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miércoles, 26 de enero de 2011

JUDITH ARBOLEDA


Biografía de Judith Arboleda:

Me hallaba en la casa del gran coleccionista de música parrandera, Don Mauricio Abad, en compañía de unos amigos, entre los cuales se encontraba el cantante —parrandero tam­bién—, Don Antonio Colorado; yo le comenté a este señor ama­ble, que tenía la intención de escribir algo sobre la música parrandera, y él, inmediatamente se emocionó y me dijo:

—Yo tengo el teléfono de algunos compositores y cantantes.

Y el primero que me facilitó fue el de una señora que es toda una dama, Doña Judith Arboleda.

Al día siguiente me puse en comunicación con esta señora, a quien invité a mi casa; tres días después nos encontrábamos en el barrio Belén: Antonio Colorado, Judith Arboleda, Valedor Ramírez, otros amigos y yo. Allí entonces traté a una señora muy educada, muy aseñorada, de conversación muy fácil y agradable, y que todavía conserva rasgos de la belleza que todos los que la cono­cieron, dicen que tenía: Judith Arboleda. Esta mujer que fue can­tante de prestigio en la música parrandera, actualmente lo hace en la música ranchera y de carrilera, pues forma parte del dueto LAS TRIGUEÑITAS; en éste la acompaña Ana Felisa Peláez.

Muy amablemente Doña Judith, nos comentó lo siguiente:

"Yo nací en San José de la Montaña y vine a la ciudad de Medellín en el año de 1942; me trajeron aquí estando supre­mamente pequeña y aquí me quedé. Cuando llegamos a esta ciu­dad, mi familia se instaló en una vivienda ubicada en la carrera Cúcuta con Juanambú; claro que yo estaba chiquitica, pero des­pués me entraron a estudiar al colegio San Juan Bosco, y usted sabe que uno en el colegio entra a todo lo que le proponen, en­tonces yo entré al concurso para el coro del colegio; en ese tiem­po mi familia emigró para el barrio Aranjuez. En el San Juan Bosco —como le contaba—hicieron una especie de concurso para el ingreso de nuevos estudiantes al coro, y entre esos me escogieron a mí; y como yo me destaqué en ese bendito coro, entonces me animé y comencé a participar en todo tipo de festivales musicales; yo recuerdo que comencé en los festivales que se organizaban en la iglesia de El Calvario, que en ese entonces la estaban constru­yendo, y para recolectar algunos fondos se organizaban estos fes­tivales. Días después en el Instituto Obrero del Padre Tomás Villarraga —junto a la iglesia de Manrique—, se organizaban unas presentaciones musicales cada ocho días y entonces allí can­taba yo muy frecuentemente; y no se me olvida que allí también cantó en ese entonces Alonso Galdini, y claro que por esa época él también estaba empezando, pero en esos festivales casi nunca faltábamos nosotros dos.

No toco ningún instrumento, yo solamente canto.

Yo comencé cantando sola, y fíjese que en una ocasión le grabé al Señor Jesús Montoya —el que distribuía un cancionerito que se llamaba El Tangón—, le grabé un tango que también lo grabó una cantante que la llamaban LA PIPÍ, una vieja de Lovaina, pero yo no recuerdo ni el nombre de ella, ni del tango; lo que sí estoy segura es que esta grabación la hice en Codiscos, o sea, que yo comencé cantando tangos, cuando esta empresa era Zeida y funcionaba en un quinto piso de la carrera Junín. Después em­pozaron a llamarme de otras empresas, y sé que grabé mucho: tangos, boleros y otros ritmos, pero ya casi no me acuerdo de ningún título. Lo de la música parrandera empieza es cuando me llaman de Discos Fuentes para que grabara con Luis Carlos Jaramillo; y recuerdo que con José María Peñaranda —aquel que canta EL CAIMÁN—, también grabé, pero anotemos que con este costeño el tema mejor que hice, fue uno llamado LA RANA. Con Luis Carlos Jaramillo grabamos, SE QUEMARON LAS AREPAS, LA PAILA, EL MECEDOR y otros temas que no recuerdo, pero de lo que sí estoy segura es de que se vendieron mucho; en estas grabaciones también estaba Consuelo Pérez, y ahora que recuerdo, con Luis Carlos también grabamos LAS VIUDAS:

Aquí me siento a llorar como las alegres viudas....

En Fuentes grabé bastante, pero yo nunca —en ninguna empresa— llevé una estadística de lo que hacía; también grabé  un José Muñoz un tema que titula LA DISCUSIÓN, que creo ya desapareció del mercado.

Más adelante yo pasé a Discos Ondina, pero ya con la música de carrilera y haciendo dúo con Elisa Peláez, cuando conformamos el dueto LAS TRIGUEÑITAS.

Con Antonio Colorado —que ha sido mi amigo— nos en­contramos en grabaciones, y tal vez hicimos algunos coros, pero él y yo nunca grabamos.

En Discos Fuentes había un señor llamado Darío Restrepo, que era un gran impulsor de la música parrandera y él en esa empresa manejaba todo lo que tuviera que ver con este estilo.

A Arturo Ruiz del Castillo yo le he grabado muchos temas, y en el dueto con Elisa le grabamos la contestación a LA BOQUITROMPONA; bueno, y en la música parrandera yo creo SE QUEMARON LAS AREPAS es de él.

El maestro Lucho Bermúdez no tuvo que ver conmigo, pero el amigo Edmundo Arias sí, pues yo grabé con la orquesta de él una guaracha llamada GAVI GAVI, que por el respaldo tenía un bolero que se llamó AMOR Y OLVIDO.

También tengo para contarle que en Discos Victoria grabé música parrandera; con Joaquín Bedoya y José Muñoz, tengo algunas grabaciones pero etiquetadas como LOS RAROS.

Consuelo Pérez era una persona muy agradable, muy buena amiga; claro que nosotras casi siempre nos encontrábamos era en grabaciones, porque en realidad no nos visitábamos, pues no te­níamos una amistad muy estrecha, pero cuando yo la traté siem­pre fue conmigo una persona muy querida.

Luis Carlos Jaramillo era un hombre muy alegre y muy bue­na gente, y sobre todo muy animado para hacer la música; no recuerdo muchos detalles pues esto fue hace más de cuarenta años.

Con la mayoría de los músicos parranderos yo he tenido una relación netamente laboral, pues casi no me veo con ellos; eso sí, que de pronto se ocurre un tema, un contrato o un arreglo y segu­ramente todos nos colaboramos; pero termina la grabación y no nos volvemos a ver.

Yo grabé con el conjunto LOS FIESTEROS, y en esa músi­ca parrandera era muy famoso uno que llamaban Chamizo, del que nunca nadie volvió a saber, y también estaba Alfonso Ospina; LOS FIESTEROS era un conjunto formado por: Álvaro Rojas en el saxofón, el Maestro Trejos en la trompeta, Ramón Paniagua en el clarinete, Alejandro Sarrazola en la guacharaca y Jairo Gómez en los bongoes; claro que este conjunto era solamente de graba­ción, pues las presentaciones eran muy escasas, y muy de vez en cuando se hacía una presentación.

Ahora que usted me habla del doble sentido, quiero mani­festarle que también grabé con Octavio Mesa, un tema muy gro­sero y que es la contestación a aquel vulgar llamado EL ARRIE­RO; me parece que esto sólo lo vendieron en forma muy pirata o particular.

Con el guitarrista y cantante Óscar Velásquez también gra­bé; en ese tiempo éramos LOS TRIGUEÑITOS, pero no re­cuerdo los temas que hicimos; Óscar Velásquez es el del famoso TRÍO AMÉRICA

Cuando salía la música parrandera, había como una doble moral, pues la gente decía que esas canciones eran vulgares, pero al mismo tiempo las compraban y las escuchaban en los pueblos, en las fincas o encerrados en las casas; y ni comparación con los temas actuales de Octavio Mesa, que esos sí son muy groseros.

Yo empecé a grabar cuando esto se hacía directamente de la voz al acetato; y en una grabación podía gastarse cantidad de acetatos, pues una equivocación de cualquiera equivalía a un acetato, y no es como ahora que se graba en cintas, si se quiere se repite, se hacen injertos, y bueno.... mucha cosa, ahora hay mucha cosa, mucha tecnología; en aquel tiempo era duro, porque era del micrófono al acetato, entonces se perdía mucho material.

Cuando conocí al Maestro Luis Eduardo Gutiérrez, yo ya había empezado a grabar y este hombre para mí ha sido un gran músico, inclusive yo tuve dueto con la esposa de él—Isaura—, y nos llamaban LAS RANCHERITAS; Luis Eduardo es un músico maravilloso que todavía está activo y que incluso tuvo dúo con el hermano.

He grabado mucha música fría con Pedro Nel Isaza, dueto que fue bautizado como LOS DOMINICANOS; ¡es que yo gra­baba horriblemente!, pues yo hacía: corridos, rancheras, bole­ros.... de todo.

No recuerdo cuántas grabaciones he hecho, pero póngale por hay unas mil quinientas, claro que así por 'encimita', pues yo grabé con mucha gente: en música caliente con Peñaranda, Luis Carlos Jaramillo, José Muñoz, LOS RAROS de Joaquín Bedoya; y en la música fría, con todos los que mencionamos.

La música anteriormente era muy mal pagada, pues imagíne­se usted que pagaban cinco centavos por disco que se vendiera, y nunca sabíamos cuántos se habían vendido; tampoco le paga­ban al músico que no era exclusivo de la disquera, y si uno hacía en esa casa sólo uno o dos temas, sí menos que se los pagaban.

Económicamente hablando, es más rentable la música guasca y de carrilera que la música parrandera; ¡sí!, porque yo todavía estoy viviendo de la música de carrilera, en cambio la parrandera produce muy poquito, pues sólo se escucha en la época decembrina. En la parrandera yo no hice presentaciones, en cambio en la música ranchera las presentaciones son muy frecuentes.

Yo me presenté en La Voz de Antioquia, en La Voz de Medellín, y me tocó Radio Córdoba cuando yo todavía era afi­cionada y estaba muy jovencita. Actualmente los cantantes anti­guos estamos como anulados.... ya no nos recuerda nadie.

La casa disquera es la que se lucra, es la que explota al artista, y vea lo que le voy a contar: fui por unas regalías a Sonolux, y el pagador de la empresa me dijo que tenía quinientos pesos como producto de la venta de mis discos; entonces no volví, pues me valía más el pasaje en bus, que las regalías que iba a reclamar; en cambio mire lo que hace SAYCO y ACINPRO, una obra buena, pues están recopilando la música que fue éxito de los ar­tistas antiguos y con lo que está sonando pagan alguna regalía; en cambio la casa disquera se la lleva toda.

Otra cosa injusta es que, por ejemplo, nosotros grabamos para Ondina o para otro sello; pero estos sellos se acabaron, y les vendieron los derechos de grabación a otros explotadores; y estos explotadores a nosotros —los artistas— no nos pagan nada, dizque porque ellos no hicieron contrato con nosotros; ¡y a mí esto me parece un robo!

Yo creo que la música de Guillermo Buitrago —que es tan sabrosa— no se parece en nada a la parrandera que hacíamos nosotros, pues eran estilos completamente diferentes; la música parrandera antioqueña es muy distinta a la vallenata.

En el tiempo en que nosotros grabábamos, esto se hacía muy fácil, pues no había tanta competencia como sí la hay ahora; yo por ejemplo grababa en todas partes, porque nunca me gustó la exclusividad; me llamaban de Fuentes, Zeida, Ondina, etc., y yo grababa con todas las casas; y en realidad se grababa muy fácil".

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