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lunes, 24 de julio de 2017

ANTONIO COLORADO



Biografía de Antonio Colorado

Si usted va hasta Itagüí —población ubicada en el Valle de Aburra y vecina de Medellín—, encontrará además de su industria y su floreciente comercio, en el centro de la ciudad, un pláci­do y hermoso parque, al lado del cual está la iglesia católica principal. En el atrio de la iglesia —todos los días, y como en los tiempos de Cristo—, muchos comerciantes venden, desde casas hasta el popular juego de chance; uno de estos señores que vende chance se llama Antonio Colorado, y es un hombre robusto, de regular estatura, moreno y con una cultura y amabilidad extraordinaria; cultura que se la quisieran la mayoría de nuestros 'ilustres' ciudadanos.

Por medio del gran coleccionista de la música parrandera Don Mauricio Abad, conocí a Don Antonio Colorado, quien con su amabilidad característica, esto me refirió:

"Yo nací el 18 de enero de 1931 en el municipio de La Es­trella, y me inicié en la carrera artística en 1952, grabando para discos Zeida de Codiscos, que en ese entonces quedaba en el quinto piso del edificio Roca, que estaba ubicado en Medellín, en la carrera Junín entre Ayacucho y Colombia; allí hice —como le digo— mi primera grabación, letra y música mía y 'demostrada' por mí mismo.

Después de este inicio, entonces Don David Ocampo —téc­nico de la empresa en esa época—, me dijo:

—Antonio, yo necesito que usted vaya y se le presente a Don Arturo Ruiz del Castillo, que es autor de muchas obras y muchas letras de música bailable; vaya y se le presenta en un taller que él tiene llamado Taller Unión, y que está ubicado en Palacé entre San Juan y Maturín; este señor le puede dar material para que usted haga nuevas grabaciones.

Así lo hice, y de esta manera yo me inicié; me le presenté a Don Arturo Ruiz del Castillo y me empezó a montar unos núme­ros, como por ejemplo unos que fueron muy mencionados: CAN­TA EL GALLO, BAILANDO EL VACILÓN, LA NIÑA EXI­GENTE, EL JARDINERO, etc., etc., etc.; todos esos temas se hicieron en discos Silver y en compañía de Leonel Ospina y Con­suelo Pérez.

Un poco más adelante volví a grabar con mi casa disquera inicial Zeida, y allí interpreté: EL DIABLO ANDA SUELTO, LINDA MORENA, EL MICO DE ZOILA, LA HIJA DE MA­RÍA ANTONIA que es composición mía, y BAILE DE NO­CHE BUENA; bueno, en fin, así por el estilo.

Posteriormente pasé a grabar en discos Ondina de Don Rafael Acosta; allí volví a grabar composiciones de Don Arturo Ruiz del Castillo, como: LA PIEDRA, EL NIÑO PREGUNTÓN, LA ESTERA y una cumbia, que como esto sucedió hace tanto tiempo, ya no recuerdo cómo se llama.

De estas empresas conocidas, pasé a grabar a discos Colombia, donde hice temas de mi propia autoría, como: JUGANDO PARQUÉS, EL EXIGENTE, EL BORRACHO NACIO­NAL, SE ROMPIÓ LA OLLA y etc., etc., etc.; mejor dicho, todos fueron por el mismo estilo.

En total, yo hice 37 discos, que equivalen a 74 grabaciones.

Arturo Ruiz del Castillo es un compositor de hace muchos años; incluso él fue el autor de un tema muy viejo llamado ENTRE CALI Y MEDELLÍN, pero él ha compuesto cantidades y cantidades de canciones que han sido éxito; cuando yo lo conocí, el podía tener unos 40 años, porque hoy por hoy el hombre tiene 82, pero siempre sigue haciendo todo tipo de música, es un com­positor muy prolífico. Él le compuso mucha música a Leonel Ospina, como fue: LA JALEA, EL PONQUÉ y muchas otras; de Don Arturo también cantaron canciones los Bedoya, Noel Petro y muchos pero muchos más; Don Arturo no es músico, o yo no lo he visto tocando instrumentos, pero tiene esa gran capa­cidad de componer; y una cosa importante es que fuera de que él hace la música, a todas las canciones les pone la letra; fíjese que él llegaba donde estaba el conjunto que iba a interpretar un tema y decía:
—Márqueme el tono.

Por ejemplo conmigo fue así, con EL TRIO PALMAR, que eran tres guitarras acompañadas de guacharaca y bongoes.

—Márqueme tal tono.... y arranque.

Yo no toco ningún instrumento de cuerda, y en un comienzo sólo toqué maracas y guacharaca, que fue en el tiempo en que anduve diez años con el conjunto de Coltefabrica, pero de resto, ni yo toco una puerta.... no me la abren pues.

Las primeras grabaciones que yo hice en Zeida de Codiscos, fueron con el acompañamiento del TRÍO PALMAR, que estaba conformado así:

Horacio Galeano, guitarrista puntero muy bueno y que toda­vía labora en el C.A.M.C.

Francisco Zapata, que vivía en el barrio Enciso, pero ya fa­llecido.

Jesús Vanegas, guitarrista y bajista que también murió; pero inclusive antes de morir, tocó el bajo en muchas de las canciones de Darío Gómez y que todavía son éxito.

Con el amigo Leonel Ospina grabé en 1955 en discos Silver; en ese tiempo Don Arturo Ruiz del Castillo nos nevó a una señora Jael —que tiene una voz muy linda y ha sido especialista en la grabación de villancicos—; Don Arturo la consiguió a ella para 'demostrar', LA NIÑA EXIGENTE, CANTA EL GALLO, BAI­LANDO EL VACILÓN y EL JARDINERO; todo esto se haría bajo la dirección del Maestro Lucho Bermúdez, pero.... como la señora Jael —a pesar de que cantaba muy lindo—, era muy 'desmedida' ¿no cierto?; entonces al amigo Lucho Bermúdez no le gustó, y le dijo a Don Arturo:

—Mierda, no joda, esa señora no mide ni con un metro; me hace el favor e buscarme otra cantante, pues esta señora no nos va a servir en las grabaciones; eso sí, búsquese una que mida, óigalo bien.... queee mida.

Se dañó la 'demostración' ese día, pero luego Don Arturo localizó a Consuelo Pérez—aquella que cariñosamente llamába­mos 'La Ñata'—. Don Arturo me llamó a su taller —que era como su oficina —, yo bajé y allí estaba esta maravillosa cantan­te; Don Arturo me la presentó e inmediatamente comenzamos a montar los números; cuando ya los teníamos bien montados, vol­vimos a pedir el turno de grabación con Don Lucho Bermúdez, y ese mismo día se hicieron la grabaciones; recuerdo que iniciamos a las 8 de la noche y terminamos a la tres de la mañana. Ese mismo día también sucedió una anécdota, que fue ésta:

Resulta que el amigo Francisco Zapata —uno de los pun­teros—, tampoco dio la medida; entonces el Maestro Lucho Bermúdez —que era muy exigente—, también lo sacó de la gra­bación. El hombre de Carmen de Bolívar entonces mandó a bus­car a Leonel Ospina; yo tenía bien montados LA NIÑA EXI­GENTE, CANTA EL GALLO, BAILANDO EL VACILÓN y EL JARDINERO.

—Entonces, ¿qué pasó?

El Maestro Lucho nos dijo:

—Si a ustedes no les choca, Leonel Ospina, que es muy buen puntero, les va a puntiar estos números que tienen escogi­dos; pero entre los dos: Antonio y Don Arturo, convengan si quie­ren que Leonel grabe EL JARDINERO, a ver cómo le queda; y si no lo hace bien, pues lo hacemos como ustedes lo tenían y punto.

Entonces Don Arturo le dijo a Leonel:

—Vea Leonel, hable con Antonio como compañeros y ami­gos; y si él quiere que usté lo grabe, entonces lo puede grabar tranquilamente.

Don Arturo también me habló a mí, y yo agregué:

—Por mí no hay problema; que lo grabe él y yo grabo los otros números con Consuelo Pérez.... y así fue la cosa.

Cuando yo conocí a Consuelo Pérez, ella tendría 20 o 21 años; en ese entonces ella vivía en el barrio Caicedo, La Toma; yo la conocí donde Don Arturo y allá supe que ella —aquí en Medellín—, trabajó en varios almacenes de zapatos, por ahí en el centro hasta que se desapareció; mucha gente me ha dicho que ella se encuentra radicada en Venezuela, y no sé si estará soltera o se casaría, o qué; al parecer en los últimos años, regresó e hizo más grabaciones con Miguel Ángel Nova, LOS RELICARIOS y todo eso.... pero yo no volví a saber de ella.

Judith Arboleda, era la compañera de Consuelo Pérez, cuando grabaron con Luis Carlos Jaramillo, la famosa PAILA y otros temas que hicieron entre los tres; pero Judith con Virgelina Ocampo, también conformó el dueto LAS ESTRELLITAS, que en ocasiones era trío, cuando las acompañaba Margarita Giraldo.

El grupo con el que yo me inicié en Coltefábrica, estaba con­formado básicamente por gente de Itagüí; pero cuando ya llega­ron las grabaciones, éstas fueron con otros conjuntos, porque de los compañeros míos —de la empresa—, no aceptaron a ningu­no. Grabé entonces con EL TRIO PALMAR y después el círculo se fue ampliando: Arcesio Salazar, Manuel Suescún, Pedro Nel Isaza, Félix del Valle y Alejandro Sarrazola como guacharaquero; bueno, conocí una cantidad de compañeros, enorme.... se me olvidaba decirle que yo también grabé con orquesta, con la or­questa del Maestro Julio Burgos, que era un grupo de 12 músi­cos y destacadísimos todos.

Con Don José Muñoz y José Bedoya no he tenido amistad, y tal vez sólo un saludo así de paso; pero de lo que sí estoy seguro es que Don José es un gran compositor y José A., un guitarrista y cantante maravilloso; incluso yo admiro mucho el dueto que Don José Muñoz tiene con Germán Rengifo, LOS RELICARIOS.

Para mi concepto los mejores punteros que ha tenido la mú­sica parrandera en todos los tiempos, han sido: Leonel Ospina y José A. Bedoya.

Alejandro Sarrazola grabó conmigo, acompañando con guacharaca y haciendo animaciones, pues él es un magnífico ani­mador y yo creo que le tocaron más de 10 grabaciones de las que yo hice.

Julio Burgos era un director de orquesta, que también tocaba tuba y hacía arreglos; entonces a los números que este maes­tro hizo conmigo, no les puso bajo eléctrico, ni contrabajo, pues a Don David Ocampo, se le ocurrió el invento de ponerles tuba; recuerdo que era una que pertenecía a la Banda Departamental, daba muy buenos bajos, pero tenía una boquilla muy grande; esta tuba tocada por Julio Burgos, son los bajos que suenan en LA HIJA DE MARÍA ANTONIA y BAILE DE NOCHE BUENA, temas que tienen letra de mi propiedad. La orquesta de Julio Burgos—como le dije—, tenía 12 músicos que tocaban: trom­petas, clarinetes, saxofones, dos guitarras, guacharaca, batería, bongoes y la tuba.

Yo recuerdo cuando Luis Carlos Jaramillo grabó un disco titulado LA GOTA, que era un poco.... o mejor, mucho, de doble sentido; esa canción fue decomisada en todas las agencias de discos que existían en aquel tiempo, y le cobraban una multa a quien lo estuviera vendiendo; la letra de esta canción, en realidad era muy 'verde', pero por ese estilo se han sacado muchas; y las que sacan actualmente ya no son 'verdes' sino groseras, pero ya como que por esto no se dice nada; todo se va volviendo como común en la vida.

Cuando nosotros grabamos, el pago era muy malo, era muy barato; fíjese que cuando yo grabé LA HIJA DE MARÍA ANTONIA —siendo de mi propiedad letra y música—, ¿sabe cuán­to me pagaron, en discos Zeida de Codiscos?, en el año 1952.... solo me daban dos centavos por cada disco que se vendiera; y por la grabación de un disco por lado y lado —y eso que yo era fácil para grabar—, sólo me pagaban 150 pesos, ¿cómo le pare­ce?; claro que ahora como que la cosa es peor, porque hasta los artistas —hoy en día— tienen que pagar por grabar un disco, y lo peor es que ellos mismos tienen que hacer su promoción; y eso no, tienen que sobornar a los de las emisoras, para que la canción logre sonar.

Afortunadamente yo grabé con unos muy buenos guitarristas Pedro Nel Isaza, Manuel Suescún, Félix del Valle y Horacio Galeano.

Pedro Nel Isaza tiene muchísimas grabaciones, pero no es tan popular como Arturo Ruiz del Castillo.

Yo conocí a Carlos Washington Andrade en una heladería que se llama Tania y que queda en Palacé con Pichincha; en ningún momento traté con él, pero si lo distinguí; era un tipo más alto que mi persona, cabello lacio, moreno, andaba con un bastón, muy bien vestido el hombre, serio, pero daba la apariencia de ser muy arrogante; nunca grabé ningún tema de él.

Leonel Ospina por muchos años fue gran artista, gran guita­rrista, puntero muy bueno y como vocalista maravilloso; lástima que se haya dejao decaer tan tristemente, porque, que se opaque un artista de esta categoría es algo lamentable; sinceramente, yo no sé a él qué le pasó; tal vez lo único que supe es que el hombre se casó —no sé quién sea la señora—, él se casó, y dicen, co­mentan, que fue que la señora lo dejó, que se separó de él y que desde eso el hombre viene de 'capa caída', y hoy por hoy lo vemos por ahí peor que antes, y sobre todo —lo que es doloroso—, es verlo así, teniendo las habilidades musicales que Dios le dio; Leonel—hoy en día— podía estar en completo apogeo, tal como cuando empezó; cómo será, que las malas lenguas dicen que a Leonel le hicieron un maleficio, eso dicen.

Nunca tuve la oportunidad de tratar a Gildardo, ni a Darío Montoya; pero sé que Gildardo fue un tremendo autor y cantan­te, y que ahora lo está reemplazando su hermano Darío; pero al que sí conocí muy bien fue al difunto Fabio Torres, aquel que cantó un tema histórico: EL LOCO ROCK AND ROLL.

— ¿Cómo fue el fracaso de ese señor?

Primera vez en su vida que componía una letra, y compuso EL LOCO ROCK AND ROLL; el disco fue grabado en el sello RC.U., que era propiedad de Don Rodrigo Cardona —herma­no de Don Otoniel, el de discos Victoria—, y el caso fue éste:

Fabio Torres 'demostró' la canción allá en RC.U.; se la grabaron con acordeón y lanzaron el disco al mercado en un mes de diciembre; llevan las muestras a las agencias, pero con tan mala suerte que este disco no le gustó a nadie.

—Entonces, ¿qué pasó?

La fábrica volvió y lo recogió, y lo guardó en la estantería para el año siguiente; y cómo le parece que este señor viéndose tan desengañado —pues era un poquito vicioso—, se fue donde un amigo que tenía una carnicería en la plaza de mercao y le dijo:

—Ve fulano, cómprame esta letra hombe, te la vendo.

Como a él le gustaba tanto el trago y la cerveza y todo eso; entonces el tipo le dijo:

— ¿Y yo pa' que quiero eso hombe?

—Cómpramela hombe, te la doy barata, es de mi propiedad, es una composición mía.

—Oigan a éste,.... pero, ¿cuánto vale hombe?

 —Te la doy en cincuenta pesos.

—Te doy treinta pesos por ella, pero vamos ya y la hace­mos registrar en un juzgado para que quede completamente de propiedad mía.

Y así fue; se la dio por treinta pesos, se los bebió y cómo le parece que al año siguiente, de nuevo se lanzó el disco; y algo increíble, fue un éxito rotundo; cómo sería la cosa que vea, uno cuando graba una canción pa' diciembre, en febrero lo llaman de la empresa para que vaya por las regalías; y eso hizo el señor que había comprado la canción. Cuánto le darían que a los días pasó Fabio Torres por la carnicería y le preguntó:

—Hombe, ¿cómo te fue?

El no respondió cómo, pero le regaló a Fabio un vestido de 'pies a cabeza' y también le regaló —en ese tiempo— 900 pesos.

¿Cuánto entonces le darían por ese disco?

Es que la música es muy caprichosa, y lo malo es que, el que elige es el pueblo.

 A Luis Carlos Jaramillo lo conocí personalmente y traté mucho con él; es un tipo muy formal y que hizo muchas grabaciones; él fue quien grabó LA NIÑA PREGUNTONA, alternando con Amalia Rico; no sé qué le pasaría hoy en día, pero Luis Carlos perdió una pierna y le toca desplazarse en muletas; fue un gran artista también.

Los artistas famosos de la música parrandera —en aquel tiempo— cogieron mucho dinero; pero es que en este oficio uno tiene muchas amistades y no echa de ver el día de mañana y aca­ba mal.

Arturo Ruiz del Castillo me contó que el difunto Antonio Posada —el que grabó EL GRILLO, INÉS VENITE PA'CA, MARÍA LUISA y otros—, era muy toma trago y vivía por la curva del Bosque; era 'culebrero' y natural de Pereira y precisamente una de esas culebras lo mató; en una ocasión lo llamaron de una empresa disquera a cobrar unas regalías que ascendían a 9000 pesos—que en ese tiempo era un 'platal'—; esto fue por ahí en 1948, y cómo le parece que luego de cobrarlas se entró para
el bar El Golfo, que quedaba en Carabobo con San Juan, y se reunió con Vega del Río, Washington Andrade, Arturo Ruiz del Castillo y otros compositores a beber; y como que este hombre se enloqueció, porque pedía cervezas y las quebraba contra un muro, y se gastó absolutamente toda la plata; al lunes siguiente —y todavía con ese 'guayabo'—, sin un peso en los bolsillos y con hambre, se cortó las venas de los brazos y lo metieron a la cárcel por intento de suicidio, pero después de haber estado en Policlínica Municipal, donde le salvaron la vida; entre varios de los borrachos compañeros de él, pagaron un abogado y otra vez volvió con sus culebras, y otra vez en la Plaza de Cisneros, con su sombrero grande, curando, rezando y vendiendo pomadas que él mismo preparaba; usaba una pañoleta verde en el cuello y las culebras que manejaba eran muy grandes; y dice un tío de Posa­da que a él lo mató una de sus culebras, simplemente porque se le olvidó quitarle 'la contra'. El éxito más grande de Antonio Posa­da fue su canción EL GRILLO, que comentan ha sido grabada en cinco idiomas.

Vega del Río era un tipo muy moreno, de cabello ondulado y que hacía letras para mucha música fría: pasillos, bambucos, etc., y poco componía para la parrandera; ese también iba mucho al Portón Rojo y al bar El Golfo.

Félix Ramírez era un hombre blanco, delgado, de sombrerito, siempre con la guitarra en la mano, pero muy grande en la música parrandera; fíjese que es el autor de EL AGUARDIENTERO.

Cuando teníamos el conjunto de la fábrica tocábamos mu­cha música de Guillermo Buitrago; así que este cantante costeño sí influyó para que nosotros fuéramos artistas algún día; es más, nosotros los domingos nos íbamos pa' Lovaina a bailar y a cantar la música de Buitrago.

La música parrandera tiene demanda en otros departamen­tos y yo sé que también cruza las fronteras patrias; de aquí se llevan las letras y la música de muchas melodías que son grabadas en otros países, por orquestas o conjuntos que no tienen relación con lo que hacemos aquí.

Miguel Ángel Nova es la segunda voz del DUETO RIOBAMBA, que tiene muchas grabaciones, muy buenas y muy bonitas.

Carlos Muñoz es de los pioneros en la música parrandera, pues recuerde que algunas de sus grabaciones son de 1945 o 1946; y yo no sé si más atrás, hubo otros grupos que grabaron música parrandera antioqueña.

Para mí las grandes figuras de la música parrandera han sido: José A. Bedoya, Leonel Ospina, Noel Petro y otros que no re­cuerdo.

SE ROMPIÓ LA OLLA es una canción que la compuse de la siguiente manera: estaba yo trabajando en Coltejer en el turno de 8 de la noche a 4 de la mañana, y por ahí tipo 11:30 de la noche pasaban unos obreros de la misma empresa, cargando una olla muy grande, de esas donde nos hacían las comidas en el restaurante; a la olla se le había reventao una oreja y estos dos me­cánicos se la iban a soldar, y con ellos iba un supervisor —que ya falleció—, que se llamaba Óscar Garzón; entonces este supervisor se arrima donde mí y me dice:

—Colorado, vamos a apostar 500 pesos a que no sos capaz de hacer una canción a esa olla que llevan allá.

Entonces yo como muy confiado y muy seguro, sin vacilar le dije:

— ¿Cuánto va apostar?, yo le voy 1.000 pesos a que le saco la letra y a que me la graban.

Casamos la apuesta, y 1.000 pesos en esa época eran muy buena plata; entonces en el primer descanso que tuvimos, cogí una hojita y puse el título SE ROMPIÓ LA OLLA, y más adelante:

Se rompió la olla comadre, ahora qué vamos hacer
pa' batir el chocolate y no se vaya perder....

Bueno, y saqué toda la letra, que la llevé a Discos Colombia donde les gustó, y a los tres días ya la habían grabado con el respaldo de EL BORRACHO NACIONAL; y cinco días des­pués le llevé el disco al compañero de la apuesta, que por su­puesto se quedó aterrado.

Yo tomaba mucho aguardiente, fumaba y me trasnochaba bastante, por eso me enfermé de la garganta y nunca pude volver a cantar en forma; claro que ahora no, pero anteriormente El, BORRACHO NACIONAL sí tuvo mucho que ver conmigo; y es que en ese gremio de la música a todos nos gusta el trago.

Yo salía de Coltejer a las 4 de la mañana y por allá en el barrio Buenos Aires —en Ayacucho con Francia—, había una tienda de un señor que llamaban Luis Cayana, que era muy formal y madrugaba mucho, pues cuando nosotros subíamos, ya él tenía tinto y perico hechos; entonces allí me encontraba yo con una amiga llamada Nidia Ramírez, que laboraba en Pepalfa, y nos poníamos a jugar parqués hasta las 7 u 8 de la mañana; cualquier día pensé en esta situación y compuse el disco JUGANDO PARQUÉS.

Yo canté lo mismo un porro, un paseo, un merengue, una guaracha o un currulao, pues en realidad uno tenía que medísele a todo.

La voz de Guillermo Buitrago es esencial; fue lo primero y mejor que vino acá en música parrandera".


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