Biografía de Jairo Gómez
Cuando inicié este trabajo de la música
parrandera, una cosa que me sorprendió, es que cada que entrevistaba un
cantante y le preguntaba por su conjunto acompañante, éste siempre decía:
—Y en los bongoes
estaba Jairo Gómez.
Y yo
decía:
— ¿Quien
será ese Jairo Gómez, que en todos los conjuntos parranderos está?
Y para sorpresa mayor, no sólo estaba
en los conjuntos parranderos, sino que fue el bongocero de grandes orquestas antioqueñas
y del resto del país; cómo sería que cuenta Chico Valdez, que cuando "El
Jefe", Daniel Santos, venía a grabar a Medellín siempre ponía esta
condición.
—Si en los
bongoes no está Jairo, entonces no grabo.
"El Ratón"—Miguel Montoya—, me dio
el teléfono de Jairo y concretamos la entrevista.
Jairo Gómez, es un hombre todavía muy entero, conversador,
contador de anécdotas, amable, gran coleccionista musical y conocedor de la
música en todos sus géneros; y en medio de su charla, esto me contó:
"¿Dónde nací yo?
Bueno, le voy a decir la verdá a usté,
porque mi papá era antioqueño de Rionegro, y mi mamá era barranquillera; todos
mis hermanos son antioqueños, y somos tres mujeres y tres hombres, pero
sinceramente yo soy nacido en Barranquilla; claro que a esta tierra querida
sólo fui una vez con Gustavo Fortich, y me gusta más la mazamorra que el
pescao. Nací el 10 de abril de 1936 en una visita que mi mamá le hizo a la suya
en la capital del Atlántico. Mi padre era un antioqueño negociante y entonces
de Barranquilla nos llevó a vivir a Cali, porque ese hombre tenía almacenes de
ropa, farmacias, tiendas, mejor dicho tuvo e todo; y mi mamá era muy buena para
tener tiendas. Vivimos en Cali casi 15 años y con el 9 de abril, nos tuvimos
que venir pa'cá, pa Medellín; negamos a una residencia ubicada en la calle Tejelo,
casi al frente del Palacio Municipal; y de ahí nos pasamos a otra casa en
Cúcuta con la Paz. Se me olvidaba decirle que de Cali no pasamos a Medellín,
sino a Pereira, donde permanecimos año y medio, y de ahí a Medellín.
Mi mamá tenía un hermano que era pianista y llamaba Pepe
-como un hijo mío—; él estudiaba música, y se hizo una marimba a base de
botellas; yo no lo conocí, pero creo que me dejó la herencia musical—a él lo
mató un carro en Barranquilla.
Mi segundo hermano —que vive en Pereira y se llama
John—, llevaba a mis hermanas los domingos al Hotel Nutibara, pues nosotros
vivíamos cerca; y allá, a ese sitio también algunas veces me llevaban a mí y
cuando ellas veían los instrumentos me decían:
— ¿No
cierto que vos tocas ese instrumento?
Y yo hacía con la cabeza que sí, pero no decía nada; así que
asistiendo a este sitio me entusiasmé por la música. Después mi mamá compró una
casa que en ese tiempo costó 9.000 pesos, y allí cerca conocí un zapatero,
barranquillero, muy formal y que se llamaba Amado Barrios; con él conformé lo
que se llamaba una 'murga' o 'bonche'; y el instrumento primero que yo toqué
fue el bongó; ese me lo enseñó aquel señor que tocó con la BILLO'S CARACAS BOYS
en RAPSODIA DE CUEROS y que se llama Toño Miranda; él me dio una sola clase en
mi propia casa pues Amado me contactó con él y yo lo invité a comer; en un rato
me enseñó a 'martillar' y me decía:
—Martille,
Jairo martille.
Y agregaba:
—Eso tenes
que estudiarlo y repetirlo, no sólo hoy, sino todos los días.
Yo trabajé seis años con la orquesta de Pietro Mascheroni y
allí el baterista se llamaba Arturo Salazar —muy bueno.
El mejor conguero que yo tuve en la vida se llamaba
Lucho Morales y fue en aquel incipiente 'BONCHE', en compañía de
Amado Barrios que era guacharaquero; y otro conguero muy bueno, fue un
antioqueño que se fue para la costa y se llamaba Jorge Gómez—buenísimo.
Grabé mi primer L.P. con Tito Cortés, arreglos de
Edmundo Arias, en La Voz de Medellín, donde hoy en día queda Bellas Artes, allí
conocí al pianista cubano Bola de Nieve, que por cierto ese día se había ganado
un seco de la lotería y estaba muy contento.
El segundo L.P. fue con Tito Ávila,
quien me dio la mano de una manera muy definida, pues él era un artista famoso,
era un tipo formal, serio, disciplinado y casi no tomaba trago, era bien
vestido y de buena presencia, y me decía:
—Jairo, a
uno en la vida le sirve mucho el roce que uno tenga, eso es mejor que estudiar
en la máxima universidad del mundo.
Recuerdo que grabamos con Óscar Villegas en una grabadora
portátil; y yo era dichoso porque ya me oía tocando el bongó.
Después hicimos un conjunto, Tito Ávila, Cristóbal Pérez,
Niño Fernández y yo, y nos presentábamos en el segundo piso de almacenes
Caravana, que tenía promociones permanentes, esto era los sábados en la tarde y
transcurría 1952 o 53; yo era pelao y ya era artista. Trabajé y grabé bastante
con Tito Ávila, ARBOLITO DE NAVIDAD, LAS GOLONDRINAS, DELICADO y muchos números
más: actuábamos en ese entonces en el Club Cortijo.
En un hotel que quedaba en un segundo piso de la
Plazuela Uribe Uribe, fue donde yo conocí a Edmundo Arias, y allí también
estaba Efraín González. Pero Edmundo era un hombre sencillo, a quien le
gustaba mucho el juego de damas y apenas estaba comenzando, nunca cambió,
siempre fue el mismo gran amigo, y cómo le parece que este hombre me metió a
grabar con todo artista que venía a Medellín.
Después conocí a Arturo Ruiz del Castillo quien me presentó
a un muchacho Riaza que tocaba timbales con baquetas, pero no bongoes; yo
gustaba más porque yo tocaba cencerro y bongoes al mismo tiempo, estilo Papaíto
o Manteca, aquellos de LA SONORA MATANCERA. ¡Es que uno nace pa' eso!, como
dice el refrán, el que nace pa' bultiador trae la espalda ancha.
Estando con Edmundo grabamos con Bienvenido Granda y
Gregorio Barrios y no lo hice con Oswaldo Gómez ni con René Cabel, pero
acompañé a Leo Marini en el Hotel Intercontinental. Grabé también 3 long plays
con LA SONORA MARINERA y los seis primeros elepés de LOS DIPLOMÁTICOS, yo era
de LOS DIPLOMÁTICOS, cómo le parece que este conjunto estaba conformado así:
Julio García, director y arreglista
Lito Paniagua, en la guitarra
Saulo Uribe, bajista
Cholo Gallardo, saxofón
Jairo Gómez, percusión (batería completa)
Óscar
López, maracas.
Grabé también muchos discos con LOS CORRALEROS
DE MAJAGUAL, con Alfredo Gutiérrez,
César Castro, Elíseo, en fin; recuerdo que con Alfredo hice FESTIVAL EN GUARARÉ
y FIESTA EN CORRALEJA; con ellos grabé toda la percusión, pero menos la caja
vallenata porque yo no he sido vallenato.
Grabé algunos temas con Lucho Argaín y la antigua SONORA
DINAMITA; y es que a discos Fuentes me llevó el gran amigo Luis Eduardo Gutiérrez,
¡un músico extraordinario!
Grabé con una estudiantina pero ni el nombre recuerdo.
En Sonolux hice cuatro boleros con María Luisa
Landín; recuerdo que vino con el hijo que estaba pelaíto y era muy bien
vestido.
Acompañé también a Daniel Santos, Lucho Ramírez, a Víctor
Hugo Ayala, al TRÍO CARABEL, a OBDULIO Y JULIÁN y
al DUETO DE ANTAÑO. Grabé con Conchita Cintrón, con Ligia Mayo, con LOS PAMPEROS,
LOS RELICARIOS, LAS HERMANAS CALLE, Óscar Agudelo, El Caballero Gaucho,
Gabriel Raymon y Raúl López.
Yo ingreso a la música parrandera como en 1954, y
no recuerdo si llegué a ella por Agustín o por Don Otoniel Cardona, que en ese
tiempo estaba en Lira de Sonolux. Claro que yo grabé Pa' Codiscos, LA NIÑA
PREGUNTONA con Luis Carlos Jaramillo y la Ñata Consuelo Pérez. También grabé
mucho con José A., Agustín y Joaquín Bedoya, LOS GOTEREROS, EL CONDUCTOR, entre
otros. Con LOS RELICARIOS grabé LA RANA, pero yo también hice canciones con
Óscar Velásquez y su TRÍO AMÉRICA y con el TRÍO SENSACIÓN.
Don Jesús Vanegas era un bajista muy bueno y como persona
excelente; era desesperado por llegar a su casa y no se reposaba después de
toda una noche de grabación y yo creo que por eso se enfermó y después se
murió. Otro bajista con quien yo grabé muchos temas fue mi amigo Luis Eduardo
Gutiérrez, aquel que tiene con la esposa—, EL DUETO LAS AMERICAS.
En 1956 vino a La Voz de Medellín, el
cantante cubano Beny Moré que tenía como baterista a Rolando La Serie. Moré se
enamoró del bongocito mío y me dijo que si se lo vendía, y
se lo iba a vender porque, quién le decía que no al gran Beny Moré y esa orquestóta!
Guillermo Buitrago influenció mucho a la
música parrandera; el fundamento y la inspiración del punteo de José A. Bedoya
es Guillermo Buitrago, claro que los Bedoyas le pusieron ese doble sentido bien
empleado.
Yo grabé también con Antonio Posada y recién salido de la
montaña, con un guitarrista y cantante genial, Leonel Ospina, que para puntiar
era tremendo; y aún hoy en día se pone a puntiar en el C.A.M.C. y todos los
músicos le hacen corrillo; y uno de ellos decía:
—No joda,
si este hombre puntea así, ¿cómo sería que estuviera en sano juicio?
Con Posada hicimos QUE LO DIGA ELLA, INES VENITE PA'CA
y muchos números.
Grabé también con Fabio Arroyave y con tres trompetistas
de Lucho Bermúdez, los boleros SERÁN TUS MANOS y SED DE ORO, que cantó Tony
Dalmar; los trompetistas eran el cubano Al Díaz, Miguel Ospino y Manuel
Cervantes. Fíjese que nosotros grabamos tanto, que muchas veces lo hacíamos
por la mañana, por la tarde y por la noche; y a veces repetíamos un tema en
distinta casa grabadora y con distinto intérprete.
La música ha sido muy mal pagada, y antes no había
sindicato de músicos; eso porque Luis Eduardo Pabón y todos los músicos
conocidos formaron esta organización. Imagínese que a mí me pagaban a 3,50
pesos cara; o sea que por disco eran 7 pesos.
Yo trabajé con Ricaurte Arias en el Jardín Pilsen y allí, una
vez, me dijo el papá de Jaime Galé:
—Jairo,
usté en esta orquesta gana muy poquito; usté debe cobrar tanto.
Pero yo por la necesidá me quedaba ahí, y además yo gozaba
mucho tocando batería; fíjese que en esa orquesta estaba el excelente pianista
y persona Nicolás Torres; estaba también Gerardo Bedoya que era trompetista y
muchos músicos más.
El mejor baterista que yo he visto en mi vida se
llamó Nicolás Cervantes
y de allí sigue Pompilio Rodríguez el de Pacho Galan, que es espectacular.
Yo también viví en el barrio Robledo en unas casitas que alquilaba
un señor muy querido, Don Octavio Burgos.
Con los músicos que yo mejor me sentí cuando estaba grabando
fueron, Edmundo Arias, EL TRÍO LA ROSA y LOS DIPLOMÁTICOS; porque con LOS
CORRALEROS la cosa era muy rápida.
A los dos años de casao me enfermé y me tuve
que retirar mucho de la música pero Lucho Campillo me propuso llevarme a Méjico
a trabajar con su conjunto.
Con Fabio Torres hice más de un long play; también con
Agustín Bedoya, Gildardo Montoya y otros.
Arturo Ruiz del Castillo siempre era el mismo genio;
se interesaba por las grabaciones, por los músicos y compuso muchísimo: ENTRE
CALI Y MEDELLÍN, MARÍA TERESA, EL JARDINERO, entre otros.
Para puntiar, yo no sé cuál era mejor, si Leonel Ospina
o José A Bedoya, pero estos dos eran cosa aparte. José A. Bedoya sólo se
puntiaba él mismo o a su familia, pero es que José no tenía necesidad y él
sabía muy bien la rutina que hay que seguir para lograr un éxito musical, y era
un conocedor de cómo se le hacía promoción a un disco; llegaba a un bar, y le
daba dinero a los meseros para que pisaran en el traganíquel el disco que él
acababa de grabar; claro que es que los vendedores de Sonolux de ese tiempo, en
los negocios, no ofrecían sino baladas, y nada de música parrandera.
Cuando nosotros grabábamos a veces se llevaba una
tanda de licor, pero casi nadie nos mandaba una botella. A propósito, una noche
estábamos acompañando a Fernando Fernández en el teatro Olimpia y al frente
había una heladería que fue donde Cristóbal Pérez tomó Folidol y se envenenó
por una mujer; entonces con Fernando
Fernández
estábamos haciendo matiné a las 4 y vespertina a las 6 y noche; salimos a la
heladería y este cantante mejicano nos dijo:
—El
tequila sí es un trago fuerte, pero vamos a tomar de esto que toman ustedes.
Y cogió la botella de aguardiente antioqueño y se mandó a
puro pico un tremendo guascazo; eran las 5:40 de la tarde y ya casi debíamos
iniciar la función de vespertina. Fernández, se sentó, al rato llamó al
representante y le dijo:
—Hombre,
yo creo que no vamos a poder hacer vespertina y noche, porque es que yo....
Y dio tres pasos y al suelo fue a dar.
La música parrandera de hoy en día no sirve, es como los
tríos boleristas de hoy en día que ya casi no cantan nada bonito; yo recuerdo
cuando Alberto González compadre mío y perteneciente a LOS ROMANCEROS se
rebuscaba en el repertorio antiguo y salían con unas canciones muy hermosas.
Yo todavía sigo tocando pero sólo para grabación; porque ya
mis cuatro hijos profesionales no me dejan participar de todas esas
trasnochadas. A veces me dice Agustín Bedoya, por ejemplo, acompáñame a tocar
donde unos amigos, y yo voy; pero ya no me interesa la plata.
En el grupo de los Bedoyas, la mayoría de las
composiciones las hizo un músico muy capacitado que es José Muñoz, pero
algunas se realizaron entre todos, como en una especie de taller. Yo nunca he
sido compositor. Los tres grandes compositores de la música parrandera y de
carrilera han sido, Pedro Nel Isaza, José Muñoz y Rómulo Caicedo que manejaba
bus para Robledo y lo hacía de saco y corbata, además era el hombre más fiel
con la esposa que yo he conocido y la quiso toda la vida.
Con César Castro hice tres long plays para un señor de
Miami que pagó 90 horas de estudio en Sonolux.
Con Ligia Mayo grabé todos sus grandes éxitos, y
recuerdo que la primera voz del coro era Carlos Murillo el de LOS PAMPEROS.
Otro de los compositores grandes y de una facilidad
impresionante ha sido Luis Bernardo Saldarriaga.
Trabajé 7 años con Gustavo Fortich y él me contaba que
cuando fue con Peñaloza Antonio María de gira hasta el Perú; este trompetista
cogía su instrumento —y sin dejar de tocar—, lo desarmaba lentamente hasta
quedarse sólo con la boquilla; y lo volvía a armar totalmente y siempre sin
dejar de tocar; a esto se le llamaba el SHOW DE PEÑALOZA. Pero como que a este
gran músico en el Perú le dio 'mamitis' y se devolvió, en cambio Fortich y
Valencia siguieron hacia la Argentina; y contaba Fortich que una vez en Brasil,
se le dañó la guitarra, fue a que se la arreglaran y cerca al almacén había un
negro tocando una guitarra precisamente y lo hacía de una manera
impresionante, Fortich preguntó:
— ¿Quién
es ese señor que toca la guitarra?
—Es un
negro hijueputa albañil que se la pasa por ahí jodiendo con eso.
Y decía Fortich que pensaba en ir a quitar todos esos
carteles que anunciaban a Fortich y Valencia, pues ese negro que tocaba en la
calle, lo hacía mejor que él; y si un albañil tocaba mejor, pues le daba pena
que lo anunciaran como EL DUETO NUMERO UNO EN COLOMBIA.
Grabamos 3 elepés con LA SONORA MARINERA acompañando
a Daniel Santos; recuerdo que en esta grabación formaban Carlos González,
hermano de Guillermo que era pianista, Lito Paniagua tocaba la guitarra,
Gabriel Uribe saxofonista, clarinete y flauta y en el bajo no estoy cierto si
era Saulo el cubano. Pero en uno de esos días Daniel llegó tan trabao, que Toño
Fuentes le dijo:
—Daniel,
dejemos esta grabación para mañana.
Y así fue. Claro que Daniel era un hombre respetuoso y
admiraba al buen músico; y cuando él dirigía la orquesta, hacía respetar a
todos los elementos que estaban bajo su dirección.
Cuando Miguelito Valdez vino a Medellín, le
preguntaron:
—Miguelito,
¿quién es mejor cantante entre usted y Daniel Santos?
Y respondió:
—A mi no
me mencione ese hijueputa.
Yo me ganaba 250 pesos mensuales trabajando en la orquesta
de La Voz de Medellín, y tenía que ensayar todos los días de 11 a 1 de
la tarde; en esa emisora me tocó acompañar a Alfredo Sadel y a Xiomara Alfaro,
que era una mujer que tenía el cuerpo deslumbrante dé la mujer cubana. También actué
allí con Kiko Mendive, quien me enseñó a tocar el tumbador combinado con
cencerro. En varias oportunidades acompañé a un gran bolerista, Lucho Gatica,
pero nunca a su hermano Arturo".
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