INSTRUCIONES

INSTRUCCIONES: En el costado derecho del blog podrás encontrar los enlaces a otros blogs de mi autoría así como el listado de los artistas aquí relacionados.
También hay una sección dedicada a los catálogos musicales de las casas discográficas de Colombia cuyo enlace lo encuentras en el panel derecho del blog.

jueves, 28 de julio de 2011

JOAQUIN BEDOYA


JOAQUIN BEDOYA (Q.E.P.D. 10/2/1943 - 21/11/2014)

Biografía de Joaquín Bedoya:


No sé si hubo intervención de Don Agustín, pero lo cierto es que cuando llamé telefónicamente a su hermano Joaquín Bedoya, éste, muy amablemente, me invitó a que pasara por discos Victoria —empresa donde labora— para darme la información que a bien tuviera; llegué hasta esta fábrica, y efectivamente Don Joa­quín tenía muy presente la visita; el diálogo se inició sin mucho preámbulo.

Don Joaquín es un hombre serio, pero amable y no tan con­versador como su hermano Agustín —tal vez por la premura del tiempo—, pero dispuesto a dar los datos necesarios para nuestro trabajo; claro que por sus amigos, yo sé que es tan jocoso como Agustín.

“Yo nací en febrero 10 de 1943 en la población de Frontino, Antioquia; soy el menor de mis hermanos, y cuando llegamos aquí a Medellín estaba muy pequeñito, tan pequeñito que ni siquiera me acuerdo. Más adelante estudié en la escuela primaria Marco Fidel Suárez de Bello, y posteriormente hice el bachillerato en la Pontificia Bolivariana de Medellín.

Yo creo que esto de la música me viene de ver que uno de mis hermanos—José A. —, estaba en gran apogeo musical; tal vez uno se va pegando ahí y comienza a gustarle también la músi­ca parrandera; yo recuerdo que José Bedoya se iba a trabajar a Fabricato y dejaba la guitarra puntera debajo de la cama; yo lle­gaba de la escuela, cogía la guitarra, y le reventaba dos o tres cuerdas; por la tarde él venía a ensayar y entonces decía:

—Hombe, ¿quién le reventó las cuerdas a esta guitarra?

Y mis hermanas que me 'alcagüetiaban', respondían:

—Pues será usté hombe, porque aquí nadie ha tocao esa guitarra.

Hasta que sucedió lo que tenía que suceder, pues un día me cogió con la guitarra en la mano....

— ¿Usté es el que me está reventando las cuerdas?

Y en lugar de enojarse, me dijo:

—Vea Joaquín, si usté quiere aprender a tocar guitarra, hágalo pero despacito, no muy duro, no hay necesidá de reventar las cuerdas y ahí va aprendiendo.

En ese tiempo no se usaban las cuerdas de nylon, sino que el encordao era de acero y eso se reventaba muy fácil.

—O sea Joaquín que si quiere aprender, hágale suave, por­que si me revienta las cuerdas, me vara a mí pa' las grabaciones.

Entonces ahí aprendí, fui sacando introducciones, y no seré un maestro en la guitarra, pero aprendí a tocar afortunadamente; José A. Bedoya viene a ser como mi primer maestro.

En cierta ocasión, el conjunto de mi hermano tenía una pre­sentación en un colegio de Bello; entonces fueron por mi hermano a la casa Neftalí Alvarez y José Muñoz; mi hermano no llegaba, ellos estaban muy preocupados y de pronto me dice Muñoz, quien ya me había escuchado tocar:

—Hombe, ¿cómo se siente usté pa' puntiar esa guitarra?; pa' que puntiemos lo de José A., lo de Buitrago y otras cositas.

—Hombe, ¡yo no sé!

Estaba yo 'pelaíto', como de doce años apenas, y Muñoz me dijo:

— ¡Vámonos!

De todas maneras esperamos un rato, hasta que agregó:

—Vámonos, y al menos cumplimos; Joaquín, ¡coja la guita­rra!

Lo cierto es que en el colegio ese hicimos una presentación normal, donde yo puntié los números que tenía José A. en apogeo en ese tiempo, algunos de Buitrago, y ellos salieron del paso; entonces me cogí ya un poco de confianza.

Después de esto, Don Otoniel Cardona —el dueño de dis­cos Victoria—, en ese tiempo no tenía fábrica, sino que era socio en Sonolux, donde grababa mi hermano José en el sello Lyra; entonces en cierta ocasión le preguntó Don Oto a José Muñoz:

—Hombe, ¿no habrá por ahí hombe, un hombre que cante parecido a José Bedoya?

— ¡Claro que sí Don Oto!, yo lo tengo; vea, y le aseguro que si no es mejor, es igual.

— ¿Cómo así?, dígale que venga.

Entonces yo fui; en ese tiempo uno le daba las 'demostraciones' en un almacén de discos que él tenía en Guayaquil; esto era para grabar con discos Victoria y no con Sonolux; yo llegué un sábado, con la guitarrita que José me prestó pa' que fuera, y me dice Don Oto:

—Hombe, puntéese ahí, cualquier disco de su hermano.

—Hombe, ¿por qué no se puntea algo de Guillermo Buitrago?

Yo estaba muy 'pelao', entonces Don Oto habló con Muñoz:

—Bueno, usté ya lo trajo, y me parece muy bien la cosa.

Entonces a Don Otoniel le debo el que me haya sacado del anonimato; José Muñoz compuso para mí en ese tiempo un tema llamado EL ESPANTO, que se acopló con DESCONFÍALE A LAS MUJERES, y sobre todo el primero, se convirtió rápida­mente en un éxito que se vendía por toda parte; durante algún tiempo grabé discos de 45 R.P.M., hasta que ya salió el L.P.; y aquí voy, aquí 'por los laítos' como decimos.
Después de que yo grabé mis dos primeros temas, entonces empecé a componer y saqué uno que se llama EL RELOJITO, después EL FIAMBRE DE ESTELA, y posteriormente grabé temas de José Muñoz, Neftalí que también componía y muchos otros.

En aquella época de mi hermano José, se reunían varios músicos a tomarse unos 'guaritos', y el uno decía:

—Tengo esta letrica, hombe, pero no la he terminao.

Y entonces ahí charlando, alguno agregaba:

—Hombe ponele esto; o ponele esta otra cosa.

Y así iba saliendo el número; claro que se respetaba el tema de la persona y él quedaba de compositor, ¡claaaro!; el número lo llevaba Muñoz y todos le decíamos alguna cosita, pero el tema era de José Muñoz; eso sí—y hay que decirlo—, el más creativo era José Muñoz, pues EL MECEDOR, DIEZ AÑOS DE PLA­ZO, y muchos y muchos éxitos los componía MUÑOZ y José Bedoya les ponía la música; pero en realidad, el más grande com­positor del grupo era José Muñoz.

Fuera de guitarra yo toco un poco de tiple y lira, pero me gusta más la guitarra.

Entre las composiciones mías que más han gustado pode­mos mencionar LA DULCE TOMA, EL FIAMBRE DE ESTELA y muchas otras que me las han interpretado grupos grandes como EL COMBO DE LAS ESTRELLAS o LA BANDITA. Para componer estos temas a uno le sirve cualquier frase; un chiste por ejemplo, puede dar origen a una letra, pero sabiéndolo aplicar y poniéndole un poco de malicia; por ejemplo LA DUL­CE TOMA es una cosa imaginaria, donde uno le pregunta a un curandero:

— ¿Qué me estará pasando?

Y él me dice:

—Compañero, a usté lo están 'enyerbando'.

EL FIAMBRE DE ESTELA dice:

Pélelo en una manga y no importa que esté duro....

Eso se refiere a aquellos paseos de olla, en las mangas, donde la gente llevaba los fiambres y se bañaban en esas quebradas; entonces de ahí salió EL FIAMBRE DE ESTELA,

Pélelo en una manga y no importa que esté duro....

Siempre poniéndole un poco de picardía, claro que no muy fuerte, porque si uno lo hace muy vulgar, no sirve para las casas, pues en las casas hay niños; lo mismo que con las carátulas, la casa disquera se cuidaba un poco y sólo las sacaba insinuantes, pero no mostrando todos los atributos de las mujeres, porque esto tampoco se podía llevar a la casa, donde las iban a ver los niños.

La Curia —al principio— molestaba mucho con lo del doble sentido; claro que a uno no le ponían problema, se lo ponían a la compañía que estaba vendiendo el acetato; ellos mandan la carta, diciendo que'l disco está muy fuerte y todo eso; pero la vaina es que cuando paran la distribución, es cuando más se vende el disco; claro que esto ya no pasa, y antes ahora le dicen a uno:

—Cántate el más grosero que tengas ahí hombe.

El grupo de nosotros es de los primeros que le pone la ma­licia a las canciones, y se componía mucho número jocoso; incluso mi hermano José tiene un L.P. que se llama RÍASE BAILANDO. Un disco como EL CONDUCTOR:

Le tocaba el arranque y nada
yo le daba manivela y nada....

Ahí no está diciendo ninguna grosería, pero ahí está el doble sentido.

Yo no me acuerdo cuántas composiciones tengo; fíjese que a veces oigo un disco y preguntan de quién es; y tengo que sacar el disco y decir:

— ¡Sí hombe, este disco es mío!

Porque sinceramente ya no me acuerdo. Fuera de parrandera, yo compongo otros tipos de música, como rancheras, por ejemplo un corrido que me grabó Rómulo Caicedo; y en otros ritmos, LA JUVENTUD me la cantó EL COMBO DE LAS ESTRELLAS, claro que ésta es del difunto Gildardo Montoya y yo; Policarpo Calle me grabó LA NEGRA CONTENTA.

En un sentido, nosotros nos apoyamos en Buitrago; él hacía sus grabaciones en Cartagena, pero con su sabor costeño; aquí se hizo lo mismo, pero antioqueño y poniéndole el doble sentido; claro que hay algunas melodías de Buitrago que también tienen cierto sabor malicioso.

A nosotros en diciembre nos contratan mucho, sobre todo para el eje cafetero, para Cali, todo el Valle, pues por allá gusta mucho la música parrandera; aquí en Antioquia gusta también, pero no hacen contratos porque les parecen muy caros y quieren que una presentación sea por cinco o diez mil pesos; aquí no se valora al artista antioqueño.

Los artistas de orquestas eran nuestros amigos, y nosotros éramos muy conocidos de: Lucho Ramírez, Alberto Granados, era una familia entre todos los artistas de Sonolux.

Cuando nosotros sacábamos un tema y este tenía algún men­saje —sobre todo picaresco— entonces se lo daban a una or­questa, como en el caso de LA BANDA DEL VECINO de José Muñoz que la grabaron LOS GRADUADOS con Gustavo Quin­tero; y a nosotros nos gustaba que esos discos los grabaran las orquestas, ¡claro!

Anteriormente uno grababa un disco doble sencillo de 45 R.P.M.; uno cobraba por decir algo trescientos pesos, que eran como ahora doscientos o trescientos mil pesos por dos temas; claro que cuando la empresa le paga a uno en esa forma, ella queda con el derecho de explotar el número como quiera, y si el disco tiene acogida, cada seis meses le liquidan —al autor— sus regalías.

En el tiempo de José—mi hermano—, estaba también Car­los Muñoz, Antonio Posada, Leonel Ospina; era una misma cosa, pero se hacía mucha música.

Yo no iba al bar Canadá, porque yo estaba muy 'pelao', pero allá era donde se reunían todos los músicos; a mí me tocó fue el bar Nueva York, que creo todavía existe y queda por ahí por la calle Colombia, con Cundinamarca.

En mi conjunto yo he tocado la guitarra puntera y la fábrica se encarga de buscarme quién toque lo demás; en realidad no he formado un grupo permanente. Yo he hecho algunos temas pa' Codiscos, Fuentes, pero casi siempre he grabao para discos Vic­toria; casi toda mi producción ha sido para Victoria.

Entre los bajistas destacados que me han acompañado, es­tuvo el difunto Jesús Vanegas, y por supuesto Don Luis Eduardo Gutiérrez; claro que últimamente lo ha hecho Miguel Nova, quien lo toca muy bien. En los bongoes siempre me acompañó Jairo Gómez, lamentablemente en los últimos días ha estao como muy ocupao, no sé qué pasa, pero no se deja ver mucho.

Tampoco sé cuántos discos he cantao, pero tengo 47 discos de larga duración.

Vega del Río era un letrista importante; a él le canté unos temas: DOMINGO DE CENIZA y otro que no recuerdo. Arturo Ruiz del Castillo es una buena persona, pero yo no le he grabao canciones.

Uno como director artístico se equivoca, y a veces rechaza una obra que después resulta un gran éxito; eso de escoger la música es un asunto muy jodido; aquí nos ha pasado, se rechaza una canción:

—No, eso no sirve, no es comercial; ¡no!, eso no se graba.

Se va el tipo pa' otra empresa, y empieza eso a véndese por toda parte, y lo coge a uno ese remordimiento tan tremendo; pero tampoco se puede grabar cualquier vaina, porque entonces la empresa pierde plata, pues eso no se va a vender.

A los discos compactos pasan muy poquitas grabaciones de los elepés, pues de cada uno se toman dos o tres temas para hacer el compacto; al tiempo —de pronto— sacan otros dos, para hacer otro compacto; ahora se usa mucho hacer 'refritos', que es simplemente copiar canciones que otros han sacao, enton­ces el cliente tiene para escoger cuál versión le gusta más.

En la música parrandera yo admiraba mucho a Antonio Po­sada, aquel que cantaba EL GRILLO; yo estaba muy 'pelao', pero me tocó verlo de 'culebrero' por ahí por Guayaquil; claro que no fui amigo de él, pero Agustín y José —mis hermanos— sí lo distinguían bastante.

El estilo de José A. tuvo mucho que ver en el modo de can­tar de Agustín y yo, ¡claro que sí!; el modo de puntiar de José y el mío, es el mismo, pues al fin y al cabo él fue el que me enseñó; él no me dio clases, sino que yo le iba escuchando y así me fui formando, y le fui sacando como el saborcito a las melodías que él tocaba.

Un día yo me estaba tomando unos tragos en una heladería, cuando se acercó Gildardo Montoya y me dijo:

—Hombe ¿usté es Joaquín Bedoya?; lo que pasa es que yo tengo unos numeritos y quiero mostráselos, a ver si usté me los puede grabar.

—Hombe tendrías que ir directamente a la fábrica, mostrar­le las obras al director artístico y decir que usté quiere que yo se los cante.

Entonces él vino aquí a Victoria, le mostró las canciones al 'patrón' y le escogieron los números; entonces grabamos: COL­GUÉ LA GUITARRA y otro tema de respaldo, y eso salió ven­diendo parejo; entonces Gildardo trajo más composiciones, des­pués empezó a cantar y lo demás ya es historia; Gildardo no puntiaba, pero tocaba acordeón.

No siempre que salíamos a tocar, teníamos que tomar licor; es más, la mayoría de las veces no tomábamos.

Neftalí Álvarez ha compuesto mucho; él tiene parranderos, boleros, rancheras, que no será exagerada la cantidá, pero sí tie­ne, y buenos.

Yo nunca traté a Luis Carlos Jaramillo, y su música es dife­rente a la nuestra, pues a él le gustaban mucho los instrumentos de viento.

Sí grabé con Alejandro Sarrazola, pues él me hacía los co­ros o tocaba el güiro, y sobre todo era un buen animador.

En las grabaciones —con frecuencia— había que repetir; en esa época sólo existían dos canales y no es como ahora que hay 36 canales, y usté en cada canal pone un instrumento; en ese  tiempo éramos todos 'de un tiro', y si se equivocaba alguno, to­dos teníamos que repetir el número; que si fulano no entró a tiem­po, vuelva y repita; claro que en esa época se ensayaba, ahora es que ni ensayan, pues por un canal está la trompeta y si se equivo­ca, lo repite sólo el trompetista; el maestro Edmundo Arias por ejemplo, decía que a él le gustaba grabar 'en bloque', porque esto transmitía calor humano, y además inspiraba más al músico y se hacían las cosas con más sabor; y repetía:

—No se limiten a lo que yo les escribí ahí.

En cambio ahora sólo hacen lo de la partitura.... y mañana vengo por el cheque.

La música parrandera se hace con partitura, sólo cuando lleva instrumentos de viento.

Yo tomo traguito, pero pa' grabar no me puedo tomar un trago; fíjese que un sábado íbamos a grabar y yo me encontraba afónico; entonces me dice Pedro Nel Isaza:

—Ve, andáte aquí a una tiendecita, echáte un aguardiente doble y verás que te deja la garganta como nueva.

Pues sí señor, yo fui y me tomé el aguardiente doble.... y  cómo le parece que se me fue la voz, quedé completamente mudo; el 'patrón' —Don Oto— me dijo:

—Hombe, tómese una soda.

Me tomé la soda, y tuve que esperar como dos horas pa' que me volviera la voz; o sea que si yo me tomo unos aguardien­tes pa' grabar, me queda como la lengua pesada y no me salen las palabras; entonces pa' qué voy a tomar eso hombe.

Nunca en esta empresa me han rechazado obras que he traí­do pa' grabar, y es que uno desde que está haciendo su canción, sabe si tiene algún mensaje; y si uno no le ve mensaje, entonces pa' qué pierde el tiempo escribiendo eso.

La música parrandera 'maquillada' para presentarla en el exterior, no funciona; se ha hecho el intento con violines, trompe­tas, clarinetes y queda una belleza, pero no funciona; el público no acepta esa cosa, y antes lo critican a uno.

—Hombe usté está dañando la música parrandera, eso no se debe tocar sino con guitarras.

La música parrandera tuvo un tiempo en que se olvidó, en que la gente buscaba las orquestas y otro tipo de música; yo digo que fue el señor Antonio Lozada de Caracol, quien puso la músi­ca parrandera arriba, pues él montó un programa que se llamaba ÉXITOS DE PARRANDA, y con él comenzó a subir otra vez la música parrandera.... y entonces aparecieron los parranderos de: La Voz de las Américas, Radio Paisa, Rumba Estéreo y otras.

Hay mucho cantante nuevo de música parrandera, pero no es conocido; para que a uno lo conozcan tiene que imponer un éxito; llega uno a una discotienda y dice:

—Hombe ¿qué ha salido aquí nuevo de parranda? —Aquí salió un disquito de 'picubino picubina'.

—No hombe, ese no lo conozco yo; dame mejor uno de Joaquín o Agustín Bedoya.

Cuando actuamos o cantamos José A. y yo, cada uno pun­tea sus números".

Según comenta el poeta y periodista Oscar Sutero, la primera grabación de Joaquín Bedoya (donde exhibía ya su singular swing) se denominó "El entierro",  y se publicó aproximadamente en 1960. Entre sus canciones más conocidas viene al caso mencionar: "El corbata gasta­dor", "El doctor sardinero", "El farol borracho", "El ñanga, ñanga", "El doctorótico", "La bicicleta de Lola", y "El fiambre de Estela".


Joaquín Bedoya, al lado de Adriana Holguín y José Muñoz, también ha integrado el peculiar conjunto "Los Raros", artistas exclusivos de Discos Victoria, agrupa­ción bautizada así en 1975 por el tantas veces citado, e importante representante de la música festiva, Gildardo Montoya. A ellos pertenecen importantes piezas como: "El lamento del pasajero", "El lamento de las sirvientas", "Conociendo a Medellín", "El Trompi Rojo", "Lamentando el matrimonio", "Que baile el gitano" y más recientemente el tema "Vamos a metriar" acompañado por José Muñoz y Adriana Granada..


Acá te dejo ALGUNOS VIDEOS:

jueves, 7 de julio de 2011

EL CHIQUITIN DEL SUROESTE (Gildardo Angarita)

BIOGRAFÍA:
José Gildardo Angarita Angarita, nació en Caicedo, Antioquia, Colombia, un 9 de abril de 1937. A los 25 años de edad se radicó en la ciudad de Medellín donde conoció a Ricardo González “El Compa Langus”, con quien formó un conjunto parrandero en el año 1963, se presentaban en reuniones familiares y estaderos, hasta que grabaron sus primeros discos en 1965 para el sello Ondina. Los temas fueron la parranda EL MOSCO LOCO de la autoría de Gilberto Mesa y una ranchera cuyo nombre se pierde en el recuerdo.

En 1979 grabó como solista 2 discos de 45 RPM en la fábrica INS de Medellín para el sello PROA de Venezuela. Fue acompañado por LOS TUMBACAÑAS (Integrados por los hermanos Paniagua, con los coros de Lucelly Calle, Ignacio Atehortúa, Evelio Marín y Agustín Bedoya). Los temas fueron LAS SEIS NOVIAS, SII NO ME DIGA, PEPE RASTRILLO y PARA QUE NAVIDAD. Los temas Pepe Rastrillo y Para qué navidad fueron etiquetados como Gildardo Angarita y Su Conjunto

En 1981 formó el dueto LOS ANDARIEGOS con Gustavo Muñoz quien hizo la primera voz en algunos temas. Ese año grabaron un LP para DISCOS COLON titulado BARCO SIN PUERTO. Este LP fue vendido a Americana de Discos y salió al mercado bajo el sello SONICO. Los  temas incluidos fueron los pasillos BARCO SIN PUERTO y COPA TRAS COPA; los corridos SOLO Y TRISTE y TU AMOR YA NO ME IMPORTA; el vals RENUNCIO; la zamba SUERTE NEGRA; y las rancheras PENSANDO EN TI, NADIE ME AGUARDA, JAMAS y PEGADO A TU RECUERDO. Fueron incluidos también dos temas instrumentales, AURORA y AYDE.

Para 1982 grabó un LP parrandero también para DISCOS COLON titulado EL QUE SABE SABE. En este LP Gildardo Angarita por iniciativa propia se puso el seudónimo EL CHIQUITÍN DEL SUROESTE.

A comienzos de la década de 1960, en sus aventuras al lado de Ricardo González participó como integrante de varios conjuntos: con LOS TROVADORES DEL RECUERDO en los coros, güiro y bongó, participando en temas como Amarga Navidad, Agüita de coco y La última navidad. Con los LIRICOS en guitarra marcante, con GILDARDO MONTOYA en los coros y el bongó y con OCTAVIO MESA en el bongó.

Acá te dejo PEPE RASTRILLO:


jueves, 27 de enero de 2011

JOSÉ A. BEDOYA


 Biografía de José A. Bedoya

En 1953, mis tíos: Aníbal, John y Sady Burgos fundaron un club que se llamaba Pensylvania, estaba ubicado en la parte baja del barrio Robledo, en las partidas de El Volador y cerca a la fracción de San Germán; el arquitecto no graduado de este amplio salón, fue mi padre —Fabio Burgos—, hermano de los anteriores. El baile fuerte allí era los domingos a las cuatro de la tarde; la clientela —que era muy escogida— llegaba una o dos horas an­tes para ubicarse al lado de la inmensa pista de baile; Pensylvania contaba con la máxima discoteca de música bailable que había en Medellín, y allí se escuchaba a: LA BILLO'S de los años cin­cuentas, Eduardo Armani, Rafael de Paz, Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Pedro Laza y muchos más.

En ese tiempo, yo era el "lavador oficial" de vasos en este establecimiento, y prácticamente era un niño; pero escuchando estas grandes orquestas, fue como nació en mí la pasión por la música. De todos los personajes que iban a bailar a Pensylvania yo recuerdo a: Calavera, el profesor Molina, Calderón, Norella Franco, John Arango y Consuelo Burgos; pero había uno, flaquito, peinado con gomina, serio y que casi siempre llegaba con una amiga diferente; a este hombre —cuando la fiesta estaba avanza­da—, lo ponían a cantar, y casi siempre interpretaba música de parranda; era muy aplaudido, y solamente muchos años después, vine a saber que ese flaquito serio, se llamaba José Ángel Bedoya y que era apodado “El Cantor de los Diciembres".

José A—como se le conoce popularmente—, hace muchos años reside en los Estados Unidos, está nacionalizado allí, sus hijos son ciudadanos americanos, y a este hombre —con fre­cuencia—le da nostalgia de su tierra.

Entonces Agustín Bedoya —con su gran amabilidad—, esto nos contó sobre su hermano, profesor y amigo José A. Bedoya:

"José A. Bedoya, o José Ángel Bedoya nació en junio de 1934 en Frontino (Antioquia); estudió su primaria en esta pobla­ción y estuvo algún tiempo en Uramita; posteriormente se viene a la ciudad de Bello donde comienza a laborar en la empresa textil Fabricato.

Eso de la música como que nace con uno y a él le gustaba desde que era muy niño; en aquel tiempo los padres, lo castiga­ban a uno si tenía inclinaciones musicales; pero él —José— se iba al escondido de mi mamá, loma arriba, para llegar a otra vereda llamada El Limón, donde una gente —hasta familiares de noso­tros—, tenía un grupo musical; en la casa había mucho que hacer y José en lugar de colaborar, se le volaba a mi mamá, viajaba hasta bien lejos y todo porque le encantaba el sonido de la lira, el tiple y la guitarra; claro que él sabía que al regresar ya tenía ganao el castigo de mi mamá. Allí—con estos músicos campesinos—, José fue aprendiendo tonos; y él le decía a mi mamá:
—Mamá, el castigo pasa, pero yo aprendo.

Una cosa curiosa es que José tocó en una banda de pueblo; no me acuerdo si la trompeta, pero en todo caso fue un instrumento de viento, pues a él le ha gustado mucho todo eso; después aprendió a tocar lira y bandola; y en 1951 más o menos, él ya tenía unos compañeros que tocaban; no serían unos músicos virtuosos, pero ya tocaban y eran solicitados para animar reuniones, porque en ese tiempo no había ni grabadoras, ni luz eléctrica, ni nada por allá en esas veredas; fíjese que se alumbraba con velas, lámparas de petróleo, y la gente se amanecía con un tiple y dándole a un taurete; y cualquiera que sabía dos o tres cancioncitas, las cantaba toda la noche, y con eso bailaban hasta el amanecer. José entonces ya cantaba canciones que se aprendía por ahí en el pueblo, y en el conjunto puntiaba la lira.... y la guitarra también; pero en ese tiempo la melodía fuerte la llevaba la lira, el tiple iba llenando, y la guitarra como para acompañar, o como decimos nosotros, para 'pedaliar'; entonces eran: lira, guitarra y tiple  y tocaban música de Antonio Posada, pasillos como PATAS D’HILO y otras muy viejas, QUE VIVAN LOS NOVIOS y muchas más. Un día ellos se fueron dizque a amenizar un matrimonio —como si el matrimonio se pudiera amenizar—, a una vereda que se llama El Alto del Uvo; y cuánto tiempo hará eso, que el año pasado yo estuve en esa vereda y una señora fue la que me contó:

—Fíjese que los hijos míos ya están viejos; y José, con Miguel Guisao y Jesús María Rengifo, fueron los que animaron la fiesta el día de las 'vísperas' de mi matrimonio, y me acuerdo que eso fue todo un acontecimiento.

—Y ¿cuánto les pagaron?

—Ellos amanecieron tocando y cobraron tres pesos pa' los tres, por toda la noche.

O sea que 'voliaron cuerda' toda la noche, y al otro día cada uno tenía de a peso en el bolsillo; claro que en ese tiempo se tocaba más por placer que por negocio.

José A se vino para Bello —en definitiva— en 1952 aproximadamente, ya que mi hermano mayor trabajaba y vivía en esta ciudad desde 1946, laboraba en Fabricato donde también lo hacía otro hermano —Jesús—, pues en ese tiempo era muy fácil conseguir trabajo; yo le había comentado a usté que la familia Bedoya se había venido de Frontino —por primera vez—, al otro día de la muerte de Gaitán; pero como mi papá no se amañaba en la ciudad, entonces nos habíamos vuelto a Frontino, y por eso es que José vuelve solo a Bello en 1952; unos meses después nos vinimos todos, pues ya existía la famosa violencia de aquellos tiem­pos. Francisco y Jesús ya eran casados, pero José estaba soltero y trabajando también en Fabricato; y apenas pasó un poquito la violencia, que la aplacó el General Rojas Pinilla, el 13 de junio de 1953, el orden público que mejora y  mi papá que se vuelve pa' Frontino; en 1954 fallece mi mamá y se nos 'cayó el carriel' a todos; nada teníamos que hacer por allá y entonces hay sí nos vinimos todos; ya José y los otros dos estaban bien organizados aquí en Bello.

Cuando nosotros llegamos en esa época, José ya tenía el conjunto, que estaba conformado así:

José A. Bedoya, guitarra puntera
 José Muñoz, guitarra y compositor
Neftalí Álvarez, guitarra y coros
 Joaquín Acevedo, cantante.

Pero José también cantaba y tenía dueto con Neftalí, para cuestiones de la música fría: pasillos, rancheras, bambucos, bole­ros, en fin; cuando se trataba de música bailable, eran los cuatro y se llamaban LOS BELLADINOS; y cuando era música fría, en­tonces era EL TRÍO BELLADINO o JOSÉ Y NEFTALÍ.

El compositor del conjunto era José Muñoz, pero José A. también hizo unas composiciones cuando ya tenían acceso a las casas disqueras.

José toca muy bien la guitarra, pero también es bueno con la lira, el tiple y el acordeón, fuera de que en la banda tocó la trom­peta, y además tenía una flauta que prácticamente la dominaba; esta flauta, recuerdo que era verdecita y se la había regalao mi papá.

José puntea muy gustoso, y Joaquín también; claro que esto debe ser por la apoyatura; dicen que el punteo nuestro tiene algo de especial, ¡porque yo también punteo!; bueno, debe ser por la apoyatura.... vea, le voy a contar a usté cuál es el misterio, pero con una condición.... que apague la grabadora.

Yo conservo la guitarra con que José puntió sus cuatro pri­meros numeritos.... véala aquí; es una guitarra Tatay, de Valencia (España) y le costó a mi hermano en 1953 la suma de 220 pesos y a mí me pareció muy cara; después él se consigue una guitarra alemana y ésta se la vendió a un primo hermano nuestro; este primo se la regaló a un hermano de él, pero este hermano, tomaba mucho trago y un día la empeñó por 50 pesos; como la guita­rra se iba a perder, entonces me vendió la boleta a mí, como en veinte o treinta pesos; y el final del cuento es que en total, a mí esta guitarra me costó 125 pesos.... y yo no salgo de ella; cómo será la cuestión, que cada que nosotros—Joaquín y yo—vamos a grabar en Victoria, Don Otoniel dice:

—Hombe, ¿por qué no traen la guitarrita aquella hombe?

Y esa guitarrita da en parte, el sabor que tenemos los Bedoya para tocar; otra cosa es, que esta guitarra era la que José dejaba debajo de la cama cuando se iba a trabajar a Fabricato, Joaquín la cogía para aprender en ella y todos los días le reventaba las cuerdas; pero Joaquín jodia y jodia en ella, hasta que aprendió a tocar; yo también aprendí en esta guitarra y recuerdo que la cuer­da que más se nos reventaba era la tercera, pero yo no sé por qué.

José no nos dio clases a nosotros, y yo creo más bien que eso nace con uno; claro que hay gente que aprende tonos, pero a puntiar, no le enseña a uno nadie; eso lo tiene que hacer uno de su cuenta y sobre todo, a uno tiene que gustarle mucho.

José Muñoz sacó LOS GOTEREROS; y ese número era para que lo cantara José, mi hermano, pues él era el cantante famoso en ese tiempo y yo apenas estaba empezando; yo no ha­bía grabao sino EL RATÓN, o tal vez había grabao algunos, pero todavía no habían salido al comercio: EL GATO DE ELVIRA y otros, pero estaba empezando; entonces Muñoz le dio LOS GOTEREROS a mi hermano, lo llevaron a Sonolux, y a Don Otoniel no le gustó; recuerde que en ese tiempo la 'demostra­ción' de los discos era verbal, no es como ahora que se lleva un cassette; fíjese que había veces, que a uno se le olvidaba la músi­ca en el momento de demostrarla y eso era un problema muy serio; José Muñoz llevó el disco al sello Silver y tampoco les gus­tó y lo mismo pasó en Codiscos; mientras tanto transcurría el tiempo.... y entonces me lo dieron a mí; yo volví y se lo llevé a Don Oto.... y volvió y me lo rechazó; en éstas y las otras pasaron dos diciembres y el disco no se grababa; pero un día que estába­mos terminando unos discos, Don Otoniel dijo:

—Bueno, ¿y qué más tienen por ahí?

Y yo contesté,

—Ah pues, tenemos LOS GOTEREROS.

Y ese fue uno de nuestros grandes éxitos. Recuerdo que grabó José, y a mí me tocaba grabar enseguida; entonces el ope­rador de grabación dijo:

—Ya no hay tiempo de grabar más; mejor le damos otro turno a Agustín pa' que grabe mañana, pues ahora entra a grabar Olimpo Cárdenas.

Pero como LOS GOTEREROS llevaba tanto tiempo sin gra­barse, nosotros nos lo sabíamos de memoria, entonces le dijimos:

—Hombe, nosotros ese número lo sacamos de un solo tiro.

Él aceptó; José cogió la guitarra y ese número salió 'de una'; no hubo que repetir nada, todo mundo estaba bien 'cuadraíto' en el micrófono, y el número salió de una tacada.

A José A. —como pasó con LOS GOTEREROS— mu­chos temas no le gustaban, y entonces no los grababa, pues él sostenía que esos números no se acomodaban a su voz o a su estilo; lo que sí no grababa José eran temas muy vulgares, pues aunque fue de los precursores del doble sentido, no le gustaba grabar canciones muy verdes; la prueba es que ninguno de nosotros, nunca tuvo problemas con la curia que era tan celosa en este aspecto; a uno a veces le pasaban letras fuertes para que las gra­bara, pero primero la empresa hacía cierta censura, y además uno tenía que fijarse, pues si era fuerte no le iban a pasar el tema por ninguna emisora; y si no se pasaba por la radio entonces no se iba a vender.

José A Bedoya, no fue cantante de orquestas, pero sí grabó con orquestas algunos boleros; y también grabó con conjunto de acordeón.

José sólo me puntiaba a mí y las canciones que él grabó, pues sostenía que él tenía su estilo, y si a todo mundo le puntiaba, entonces se perdía su estilo, y que era mejor que lo identificaran por su estilo; y eso es así, usté oye el punteo de José, y en toda parte lo identifica; incluso casi que ni a mí le gustaba puntiame, pues en este sentido ha sido muy celoso.

José A. Bedoya era y es un tipo juicioso, nunca fue un borracho; ¿sabe cuál era el vicio de nosotros en ese tiempo?, bailar; nosotros éramos enfermos por ir a todos esos bailaderos; por ejemplo a José le gustaba mucho ir a bailar al club Pensylvania, que quedaba por Robledo, a Primavera, al Gran Pandequeso, al Balcón de Medellín y otros; José bailaba muy bien.

Mi hermano tiene cuatro hijos que nacieron aquí en Medellín, pero están nacionalizados en Estados Unidos. José se fue para ese país el 7 de agosto de 1970 —el día que subió a la presiden­cia de Colombia Misael Pastrana Borrero—; usté sabe que uno en este país no vive de la música, entonces mi hermano —a pesar de ser una figura de la canción—, tuvo que viajar buscando me­jores horizontes; el aquí era mecánico textil, y eso se fue a hacer allá.... y ya está jubilado. Los hijos se le casaron y ya vive solo con la señora; le sigue haciendo a la música pero por allá no graba; claro que ha tenido conjuntos pero con gente latina.

La familia de nosotros—los Bedoya— ha sido suprema­mente unida y todos la hemos ido, así, como hermanos; nosotros nunca hemos tenido un problema entre familiares, y todos nos hemos llevado bien, toda la vida; claro que los que más unidos hemos estado, más tiempo, somos José y yo; él siempre me llama desde allá y me encarga de sus cosas.... y siempre la hemos ido muy bien.

En Estados Unidos gusta la música parrandera y allá se ven­de la de nosotros; tanto que a mi otro hermano —Jesús—, que está en Canadá, un día yo le iba a regalar un L.P., y cuando le expliqué cómo era.... me dijo que ya lo había comprado allá.

José no puede quejarse de las disqueras, pues a él le paga­ron bien, y en ese tiempo que la plata si valía; y acuérdese usté que en ese entonces había menos competencia.

José siempre fue buen billarista, entonces iba con frecuencia al bar Canadá —sitio donde nos reuníamos todos los músicos—, pues si uno pa' una grabación necesitaba un guitarrista, un maraquero o cualquier otro, allá lo encontraba.

Cuando se retiró del conjunto de mi hermano el cantante Joaquín Acevedo, que grabó con ellos LA NARANJA MADU­RA, entré yo a tocar la guacharaca; y el primer disco que yo le acompaño en una grabación a José A., no fue con el conjunto, sino con orquesta; era un número no para lanzarlo en Colombia, sino en el exterior y se llamaba SANTA MARTA, y el segundo fue EL CHIVO; recuerdo que el director de la orquesta era el Maestro Luis Uribe Bueno.

Todavía no sé si José A. Bedoya ha pensado en volver a grabar; y tampoco sé, si ha pensado en volver a vivir en Co­lombia".

***

Pero unos días después de las amables informaciones dadas por Don Agustín Bedoya, recibí una llamada telefónica de este señor, quien me comentó:

—Cómo le parece doctor, que vino José de los Estados Unidos; está hospedado aquí en Bello, donde la suegra de él, y el próximo lunes vamos a ensayar en casa de unos primos de apelli­do Muñoz; ¿a usted le provocaría venir?

— ¡Claro que me provocaría!

Lo cierto es que al lunes siguiente yo estaba saludando a un hombre que todavía se conserva, ya no tan flaquito, con un poco de canas, medido en su conversación, con un hablar todavía muy paisa a pesar de los años que lleva en el país del norte, y quien mantiene esa habilidad inmensa para el punteo de la guitarra; y precisamente me dice:

—ya que usté trajo grabadora, ¿por qué no nos hace el favor de grabarnos este pasillito que yo compuse, pues Agustín quiere conservarlo?

—Con mucho gusto Don José.

Comienza este hombre a puntear maravillosamente un pasillo totalmente desconocido, y cuando terminó le dije:

—Es muy difícil.

—Sí señor, es muy difícil

—Y, ¿cómo se llama?

—No, no le tengo nombre; pero ya que usté dice que es muy difícil, y nosotros somos músicos de parranda, aunque eso no está en ningún diccionario, pongámoslo EL DIFICULTOSO.

Y después de esta introducción musical, Don José A Bedoya esto me contó:

"M nombre es José Ángel Bedoya Gómez y nací en Frontino el 26 de enero de 1934. Yo he sido de una familia de raíces musicales, pues mis padres y abuelos, poco o mucho, pero cada uno sonaba un instrumento; unos la lira, otros un tiple, y debido a eso, desde muy niño yo estaba involucrado en los instrumentos de cuerda; por este motivo tal vez, me fue un poco fácil aprenderlos a tocar, aunque muy difícil también porque yo no tenía instrumento; era muy pobre y lo que aprendía era porque me iba por ahí para los bailes a ver a los que sabían mucho, veía cómo hacían, obser­vaba los tonos, pero sin modo de practicarlos; también me iba para otras partes donde algunos músicos me soltaban cualquier instrumento; o en los bailes cuando los músicos descansaban, me prestaban el tiple o la guitarra y yo veía si me daban el tono que me había aprendido; o muchos músicos dejaban los instrumentos en mi casa, un sábado por la mañana, para tocar en ellos por la noche, y yo aprovechaba y sacaba algunos tonitos en ellos. Yo no tuve quién me ensañara música así dedicadamente.... ¡no!; yo veía los compañeros y familiares cómo tocaban, y yo me fui arriman­do, y de pronto comencé—como decimos los antioqueños—, a ' surrunguiar' el tiple; porque yo comencé fue con un tiple. Des­pués noté que los tonos del tiple, eran los mismos de la guitarra, únicamente agregándole dos cuerdas más, entonces se me hizo más fácil tocar en la seis hileras que tiene la guitarra; y como los primeros tonos son prácticamente los mismos del tiple, excepto las otras dos cuerdas, entonces se me hizo fácil la guitarra; esto fue en 1947 o 48 y yo sólo tenía 12 o 13 años de edad. Yo me iba para otra vereda de Frontino donde unos familiares que tenían tiple, lira y guitarra; ellos eran músicos de buena categoría.... yo todavía no; pero yo me iba de mi casa los sábados, procurando que el propietario de los instrumentos no estuviera presente, y con tan buena suerte, que los que quedaban en la casa, me daban oportunidad de tocarlos; claro que después el propio dueño de estos instrumentos, me proporcionó que los tocara.... ¡ah pelas que me daba mi mamá por mis llegadas tarde!, y otras veces porque no había pedido permiso, o porque me había quedao allá amaneciendo.

— ¡Usté José! es un muchacho muy descarao, y cualquier día lo van a echar de allá por aburridor; ¿a usté es que no le da pena?

Y yo solamente me quedaba callao.

Después me puse a tocar la lira —instrumento que siempre lleva la batuta, la primera voz, en el trío de tiple, guitarra y lira—; y me pareció todavía más fácil que el tiple y la guitarra, porque se movían los dedos todavía más pegaditos; y yo fui bregando, in­ventado ahí, hasta que fui adelantando bastante. Después me com­prometieron por primera vez a tocar un baile, pues en aquellas épocas se acostumbraban convites y vísperas de matrimonios; entonces esto me hizo sentir orgulloso, pues éramos tres, y bueno o maluco la gente bailaba; recuerdo que nos pagaron 3 pesos por la noche. Después ya fuimos cogiendo 'famita', y nos pagaban 15 pesos por tocar desde las 4 de la tarde hasta el otro día a las 9 de la mañana; mis compañeros de aquel tiempo eran, Jesús María Rengifo y Miguel Guisao, quienes me proporcionaban los instrumentos y me guiaban en algunos pasillos; ellos fueron quienes más me ayudaron.... y además eran mis vecinos. Mis dos hermanos mayores —Francisco y Jesús María—, se vinieron de Frontino para Bello, pues ya se estaba cuajando la violencia de aquellos tiempos; ellos trabajaban en Fabricato, y yo era el mayor de los demás allá en el campo, pero yo sólo contaba 13 años. Recuerdo eso sí, que Leonel Zapata fue quien me prestó una lira por primera vez, pues él era dueño de varios instrumentos de cuerda; yo me iba para la casa de él porque era también primo mío, y con él fue que practiqué mis primeros tonitos.

En 1948 me dice mi papá:

—Váyase hombre para Medellín, que allá están sus dos her­manos mayores trabajando, y ellos puede que le ayuden a trabajar en Fabricato, porque por aquí la situación se está poniendo mala, en el sentido de toda esta violencia.

Me vine para Medellín, me coloqué en Fabricato el 30 de mayo de 1951; en esa época me pagaban en el turno de la maña­na 14 pesos con 30 centavos y en el segundo turno ganaba 15 con 75 centavos; claro que había algunos otros porcentajes.

Estando en Fabricato, yo ya tocaba en la lira las introduc­ciones de los discos de LOS PANCHOS, como aquel 'CAMI­NEMOS'; y como a mí ya me gustaba bailar, entonces se me fue pegando la música caliente, vi que no era tan difícil y sólo llevaba un poquito de contratiempo.... practiqué, practiqué y practiqué, hasta que le cogí el anticompás con que tocaba Guillermo Buitrago la música caliente. Entonces me encuentro con el señor Neftalí Álvarez en el municipio de Bello, a fines de 1951; como yo no tenía instrumento, cerca a la casa de Neftalí estaba la vivienda de un peluquero, quien tenía una guitarrita.... y él me dijo:

—Hombe, a mí me han dicho dizque usté lo hace muy bien para la guitarra; ¿por qué no se toca cualquier cosita en esa guitarra?

Yo necesitaba 'transportar' en la guitarra, pero no tenía transportador; entonces le amarraba a la guitarra un lápiz con un cordón de zapato o con un cauchito; y de esta manera tocaba a LOS PANCHOS, a Guillermo Buitrago, pues en esa época esta­ba de moda COMPAE HELIODORO, LA ARAÑA, GRITO VAGABUNDO y toda esas cosas; allí me escucha Neftalí Álvarez, quien se me hizo amigo y me dice:

—Hombre, me gusta como usted lo hace; yo también tengo una guitarrita, no toco tanto, pero, ¿por qué no ensayamos a ver?

Me habló de un señor que se llamaba José Muñoz, que estaba en el cuartel y al que le gustaba componer canciones; que esto I señor estaba muy próximo a llegar. Cuando llegó José Muñoz nos alegramos mucho, y aunque yo no lo conocía, ellos dos sí eran amigos y habían trabajado juntos en Fabricato, pues ambos son mayores que yo. Neftalí y yo —que ya ensayábamos por ahí—, nos habíamos conocido con un señor llamado Abel Díaz Correa, que era un compositor y que fue quien primero nos animó, y nos dijo:


—Hombe qué bueno; yo soy compositor, yo puedo com­ponerles algunas obras y ustedes las tocan a dos voces.

Nos llevó a tocar en heladerías y en casas de familias, pero nunca habló de pago de ninguna clase; claro que nosotros nos sentíamos orgullosos, además practicábamos, y para nosotros era un orgullo que nos pusieran un taxi para llevarnos a la fiesta de turno; tocábamos gratis, no se hablaba de plata, bastaba que nos invitaran, eso sí, nos atendían muy bien. Neftalí tocaba la guitarra de acompañamiento y yo puntiaba; tocábamos la música caliente y la de LOS PANCHOS, pero ninguno de los dos cantábamos; entonces apareció un señor llamado Joaquín Acevedo, y dijo él:

—Hombre, a mí también me gustan esos discos de Guillermo Buitrago, y me gusta tocar la guacharaca.

Y se consiguió una guacharaca, pues al principio tocaba en una caja de fósforos, y con otra caja de fósforos atravesada medio daba el ritmo de la guacharaca. A nosotros en esa época nos amparaba mucho era el amor a la música, porque todos éramos pobres y con dificultad para conseguir algún instrumento y tenía­mos que tocar con instrumentos ajenos; sin embargo ya formamos un pequeño trío, Joaquín cantaba, yo puntiaba y Neftalí acompañaba; entonces Don Abel Díaz Correa ya comenzó a darnos algunas cancioncitas; ya nosotros tocábamos alguito y a Don Abel le gustaba que nosotros interpretáramos a LOS YUMBOS, LOS PANCHOS y otros; y como todos tres vivíamos en Bello, él dijo:

—Hombe, ¿cómo se llaman los que viven en Bello?

— ¿Bellunos?

— ¿Bellacos?, no, eso no queda bien, eso es feo.

— ¡Belladinos!

A mí no me sonó como mucho, pero yo sabía menos que él; y entonces nos puso el trío LOS BELLADINOS. Empezamos a cantar en bautizos, matrimonios, casas familiares y también parranditas por ahí.... pero todo a son de alegría; esto nos servía como ensayo.... pero de plata nada.

Llega José Muñoz del cuartel, Neftalí me lo presenta y dice:

—Hombe, a mí también me gusta cantar, y toco algo de guitarra.

Entonces ya quedamos, dos acompañantes de guitarra, Joa­quín con la guacharaca y yo puntiaba; y dice José Muñoz:

—Hombe, yo tengo por ahí unas letricas.

Y tanto Abel Díaz como José Muñoz comenzaron a producir canciones, LA HIJA DE DOÑA CLARA, VIVO EN LA MONTAÑA, PRIMER AMOR, DIEZ AÑOS DE PLAZO, AMORCITO CONSENTIDO, MUCHACHA PASEADORA, ALLA EN LA PLAYA, NO SEAS INGRATA y otras que no recuerdo, porque usté sabe que no somos de ayer; Abel Díaz hizo también la letra de NARANJA MADURA y yo le puse la música; Joaquín la grabó con nosotros y después yo canté los demás temas.

Recuerdo que cuando teníamos estas canciones ensayadas, Abel Díaz dijo que iba a pedir un turno de grabación en Zeida; turno que nunca apareció... pero Abel era amigo de Don Arturo Ruiz del Castillo, quien tenía un taller de pintura de avisos; nosotros llegamos hasta ese taller y allí se encontraban varios músicos, quienes al ver cómo yo tocaba la guitarra me dijeron:

—Hombe, nosotros tenemos una demostración y quisiéra­mos que usté nos hiciera las introducciones.

—No, no, eso es muy difícil.

—No, lo ensayamos, lo citamos para ensayar.
Pues me puse a ensayar con estos músicos que se denomi­naban EL TRIO PALMAR; fuimos a hacer la demostración.... y no les aceptaron ningún número; esta muestra nos las recibió Don Otoniel Cardona y cuando terminamos de hacerla, dijo Don Otoniel:

—Hombe, el que toca la guitarra; ¿usté no canta?

Yo con mucha vergüenza canté unas cancioncitas que eran de José Muñoz, pero que a veces las interpretaba en bautizos y fiestas familiares, y las cuales eran, DIEZ AÑOS DE PLAZO, VUELA PALOMA, PRIMER AMOR y LA HIJA DE DOÑA CLARA. A Don Otoniel le gustaron estas canciones y tuve la suerte de ser aceptado; me llamó a solas, escuché las canciones y me grabó por primera vez; él estaba muy contento y tenía mucha fe en el éxito; salieron al comercio VIVO EN LA MONTAÑA y LA HIJA DE DOÑA CLARA.... y no pasó nada, eso se quedó callao; yo preguntaba todos los días en la fábrica, y cómo sería que hasta me aprendí el número del disco.... y me consolaba era porque Don Oto me decía:

—Fue que la estampera se dañó.

Yo estaba muy desconsolado, y sobre todo porque esto fue lanzado en pleno diciembre; pero en mitad del año siguiente se lanzaron DIEZ AÑOS DE PLAZO y PRIMER AMOR, y éstos sí fueron éxitos que se oían en cuanto rincón había; ahí sí me ilusioné mucho porque pensé:

—Si esto es en tiempo frío, ¿cómo será en tiempo caliente?

Los empresarios de Lira, se pusieron muy contentos y al próximo diciembre grabé VUELA PALOMA, que fue otro éxito grandioso; después aparecieron EL MECEDOR, EL PERRITO, en fin, y el pueblo me consagró como EL CANTOR DE LOS DICIEMBRES.

Claro que yo grabé en Zeida música fría, un número de Arturo Ruiz del Castillo que se llama LA VI MORIR; Neftalí era espe­cializado en lo frío, pasillos, valses, bambucos, en fin, ese era el fuerte de él; Neftalí se consiguió un compañero para interpretar estas cosas y grabó MI SUFRIR y AVE TRISTE.

Germán Rengifo era amigo de José Muñoz; yo oía decir que Germán cantaba muy bueno rancheras y pasillos, pero José esta­ba entusiasmado era con la música caliente, con mi punteo, con sus números, en fin, y ya éramos un poco populares; pero en discos Zeida yo me conozco con Rengifo, y nos reunimos en el taller Unión de Arturo Ruiz del Castillo; no estaba José Muñoz, y Don Arturo dijo:

—Hombe, ensáyense unos numeritos.

Ensayamos algunas canciones de Don Arturo, entre ellas YO VALGO MÁS; y todo esto para aclararle que yo canté con Germán Rengifo, antes de que lo hiciera José Muñoz, pero no teníamos nombre y nos aceptaron temas como YO VALGO MAS e INGRATAS FALSARIAS, y después figuramos como RENGIFO Y BEDOYA; posteriormente cuando Germán se une a José, es que toman el nombre de LOS RELICARIOS; o sea que Muñoz conoció primero a Rengifo, pero yo grabé primero con él, y fui­mos los que demostramos YO VALGO MAS aunque Germán y José —como LOS RELICARIOS—, fueron quienes la impusieron posteriormente, pero yo quedé contento porque Germán, José y todos éramos del mismo grupo.

Teniendo 15 años de edad yo toqué en la Banda Municipal de Uramita un instrumento llamado corno; allí un maestro nos en­señaba partitura y solfeo, cosa que yo comprendo regularmente, pues aunque conozco notas, valores, en fin, de todas maneras en esa banda, tocando algunas marchitas, yo me defendía con el corno. Claro que de todos los instrumentos, uno que me gustaba bastante era el acordeón, pero no salía muy favorecido en éste, pues los tonos y los bajos me daban brega; toqué también hace muchos años, una flautica de esas sencillas, de esas chiquitas que tenían ocho huecos, y en ella interpretaba pasillitos y otras cositas por ahí. Yo grabé cuatro numeritos tocando acordeón, pero no cantando.

En la empresa Sonolux, quisieron probar conmigo y me pu­sieron a grabar con orquesta, y fue cuando hice un bolero de Valedor Ramírez y dos de Arturo Ruiz del Castillo; la orquesta la dirigía Don Guillermo González y se llamaba LA ITALIAN JAZZ.

El autor de LA CUMBIA DE LA PALOMA fue Rafael Ramírez:

Vamo a bailar la cumbia
vamo a bailar y a gozar la cumbia,
la cumbia de la paloma
currucu, currucucu, cu, cu, cu,
currucu, currucucu, cu, cu, cu.

Yo sólo puntié mi música y algunos números que le puntié a mi hermano Agustín; y esto se debió a que yo quería conservar la individualidad de nuestro estilo; además nosotros—los herma­nos— cantábamos muy parecido y se podrían haber hecho com­petencia unos discos con los otros, ya por la guitarra o por la voz; el nosotros haber comprendido eso y haber conservado eso, es la causa por la que nos mantenemos hasta el sol de hoy, y la causa de que todavía recibimos elogios y el aprecio del pueblo, y que se nos considere pioneros de la música parrandera, José, Agustín y Joaquín Bedoya; yo quise conservar mi estilo, para que no se volviera demasiado popular; por eso cuando usted escucha mi guitarra, aunque yo no haya cantado, usted dice:

—Ese es José Bedoya.

Los punteros de guitarra fuertes de aquellos tiempos, ade­más de Guillermo Buitrago, fueron, los de El Trío Fonseca, Bovea, estaba Leonel Ospina, Noel Petro y otros.

Estando yo en el apogeo demostré LOS GOTEREROS, a Don Antonio Botero, a Don Guillermo de Bedout y a Don Otoniel Cardona, que eran quienes recibían la música; y ellos no lo quisie­ron recibir, dizque porque era una canción muy ofensiva, pues originalmente el coro decía:

Saquen pa 'fuera todos los gotereros.

Y ellos sostenían:

—Esa letra no está mala, pero eso es como ofensivo con las personas.

Entonces no la aceptaron cuando yo la demostré por primera vez; pero en otra ocasión, cuando Agustín mi hermano necesitaba grabar otros números, la demostró, pues él también se la sabía y a él se la aceptaron, pero eso sí, cambiando un poco la letra; y la grabaron para que fuera el respaldo de otra canción cualquiera, y resulta que fue uno de los más grandes éxitos de la canción parrandera.

Alberto Buitrago, en 1960, era un compañero mío en el tra­bajo cuando yo laboraba en Tejicondor; y él me dijo:

—Hombe, yo compongo también mis numeritos; no muchos, pero también compongo; por ejemplo, tengo la idea de éste.

El no servía para hacer música, pero me leyó la letra de EL CONDUCTOR, que en aquel entonces tenía 10 estrofas, cuan­do las canciones que nosotros hacíamos sólo tenían 4 o 5 estrofas; entonces yo escogí las mejorcitas de todas esas 10 estrofas don­de él hablaba de la piñonería, del aceite, del cardán, de los frenos y mucha palabra aumentada que no tenía como mucha gracia; de todas esas estrofas yo llevé a Sonolux como unas seis, y allí toda­vía le sacaron algunos rengloncitos; Don Guillermo de Bedout arregló esto un poquito, pues en esa época se podía usar el doble sentido, pero sin llevarlo a la vulgaridad. Se ensayó el número pensando que de pronto podría ser parado por la censura radial, pero no pasó nada y salió vuelto un éxito muy grande. EL CONDUCTOR es de las canciones mías que más se ha vendido, por­que fue grabado en muchos países, por diferentes orquestas y Conjuntos como por ejemplo la versión de Juan Legido, quien lo grabó con ritmo flamenco; lo grabaron muchas orquestas que lo hacen sentir a uno orgulloso, y lo mejor es que en todos esos discos extranjeros dice muy claro, José A. Bedoya y Alberto Buitrago.

En 1970, apareció un aviso en el periódico El Colombiano donde decía:

SE NECESITAN MECÁNICOS TEXTILES Y TEJEDO­RES PARA TRABAJAR EN EMPRESA AMERICANA, LOS INTERESADOS PUEDEN PRESENTARSE AL HOTEL NUTIBARA, A LAS 9:00 A.M. EL PRÓXIMO DOMINGO.

En esa época, la gente hablaba era de que se iban pa' Vene­zuela, que se iban pa' Nicaragua, etc.; uno escuchando esas co­sas, entonces le agradan y se antoja uno también, le dan ganas de probar suerte; yo me presenté y llene la aplicación con un poco de duda, pues yo no tenía mucha experiencia en el ramo de la mecánica en Tejicondor; pero a los 8 meses llegó una carta a la casa donde decían que me habían aceptado y que me presentara al Consulado para continuar el papeleo; yo no quería irme.... y nunca quise, pues yo estaba bien por aquí, las amistades, la músi­ca; pero yo estaba recién casado, dos hijos recién nacidos, y la señora me dijo:

—Hay que probar suerte.... y Estados Unidos es el porvenir para tus hijos.

Me fue entrando el cuento.... y me fui; allá llegué a trabajar muy duro.... y a llorar.... recordando la vida de mi pueblo, mis amigos, las amistades, la música.... y yo lloraba de día y lloraba de noche, no sabía ni cómo estaba; y como mi esposa se había quedao, yo le escribía y le decía que me regresaba; pero ella me imploraba que me aguantara. Entonces me dijeron los patrones:

—Usted está nostálgico, es porque no tiene la familia al pie; vamos a prestarle dinero para que traiga a su familia.

Llevé mi familia.... y luego me adapté; y eso ya hace.... ¡30 años! Yo allá no formé grupos musicales, y sólo tocaba la guitarra para que no se me fuera a olvidar; allá no había músicos de mi ritmo, no había conocidos, y aunque los hubiera, no había tiempo para ensayar, y sólo quedaba la esperanza de los discos que yo había grabado acá antes de irme. En esa época también salió una noticia de que a mí me había comido un tiburón en las playas de los Estados Unidos; pero eso fue propaganda para impulsar los dis­cos que yo había dejado.

Yo siempre me sentí agradecido con lo que me pagaron las casas disqueras, pues yo nunca había percibido esos precios así como de repente; y cuando mis dos primeros discos fueron un éxito, me llamaron y me hicieron un contrato de exclusividad por un año.

José Muñoz para mí ha sido uno de los grandes amigos que aprecio mucho, por compañeros en la música, por compañeros de amistad, pero a José yo lo aprecio mucho, ¡y gracias a Dios todavía está vivo!

A Leonel Ospina lo aprecio y es un gran guitarrista, es un buen amigo y nunca tuve contrariedad con él. A mí me llamaban EL CANTOR DE LOS DICIEMBRES y en cierta ocasión Libardo Alvarez me dijo:

—Qué tan raro que yo saco alguna cosita y llegan esos dis­cos tuyos y me la tiran a la olla.

Pero no con rabia, pues Libardo y yo hemos sido grandes amigos.


Yo fui muy callado en una época.... y muy tímido; cuando teníamos un programa en la radio, yo hacía fuerza toda la semana, me ponía muy nervioso, tembloroso, yo veía el micrófono y me asustaba; pero yo fui viendo que eso era bobada y que a uno lo animan son los aplausos, y entonces me volví de autógrafos, feli­citaciones, muchas jovencitas y todo eso me trajo mucha alegría y orgullo".
----------------------------------------------------------------------------

A continuación les dejo las carátulas de los 13 álbumes (2 de ellos fueron recopilaciones de éxitos) de José A. Bedoya publicados en formato LP de 33 RPM. Cabe aclarar que aproximadamente el 70% de la discografía del maestro José salió en discos de 78 RPM. No hay una cifra exacta de la discografía de José A. Bedoya, pero me atrevo a estimarla, de acuerdo a los discos que poseen los coleccionistas, en alrededor de 350 temas, incluídos los temas de música fría (pasillos, valses, corridos, rancheras) que grabó como solista y a dueto con otros cantantes.