Biografía de Libardo Álvarez González
Resulta que en cierta oportunidad, se le ocurrió al
compositor prolífico de la música de carrilera y parrandera Don Gilberto Mesa,
que Libardo Álvarez —un cantante de música fría— le cantara un tema musical
netamente caliente y alegre. Libardo —lógicamente—- en un comienzo lo rechazó,
y dijo tanto al compositor, como al dueño de la casa disquera, que cómo se les
ocurría ofrecerle esa obra, si él era un cantante de pasillos, bambucos,
rancheras y todo lo que fuera frío, que nunca había cantado música caliente, y
que además había cantantes muy buenos y bastantes que interpretarían mejor esa
canción. Fue tanta la insistencia de los amigos de Libardo, que al fin, y
después de mil rechazos, optó por grabarla; lo cierto es que se grabó y quince
días después el tema era gran éxito, no sólo en Medellín, sino en Armenia, Pereira, Manizales, todo el norte del Valle y en el
resto del departamento de Antioquia; la canción se llama EL TÁBANO.
Cuando uno trata por primera vez a Libardo Alvarez,
parece que lo conociera hace mucho tiempo; pues este hombre es todo
amabilidad, cortesía, señorío y educación. Me recibió en su sitio de trabajo ubicado en
Medellín en la calle 42 No. 44-78 y concretamente en el tercer piso; allí
Libardo tiene un taller donde se trata el plástico en todas sus formas; él
mismo contesta el teléfono y dentro del lugar todo es paz y armonía.
Y Libardo Álvarez, esto me contó:
"Yo nací en Titiribí en el año 1928. Mi
familia, era una familia campesina y pobre, una familia muy sencilla.... nos criamos
de una manera muy humilde y trabajando materialmente por ahí en el campo, y
estudiando cuando se podía. Mi papá se llamaba Jorge Emilio Álvarez y mi mamá
María Teresa González; yo tenía seis hermanos y de todos yo era el penúltimo.
En el campo —en la vereda— yo hago mis
estudios hasta segundo año de primaria, luego me fui al pueblo y allá cursé
hasta quinto nada más, pues mis p adres no tenían con qué darme estudio; en
Titiribí sí había colegio de bachillerato, pero desgraciadamente yo no pude estudiar
debido a la pobreza. Después de la escuela yo me dediqué a trabajar; a los doce
años yo ya trabajaba por ahí en el campo.... materialmente, y desde que inicié
las labores materiales me dediqué a trabajar en tejares, en alfarería; yo era
oficial de alfarería, incluso manejé varios tejares de esos y los trabajaba de
cuenta mía, le participaba al dueño, y a mí me daban un grupo de trabajadores
para que yo los manejara; casi todo el tiempo hasta que me vine a Medellín
trabajé en los tejares; es decir hasta los diez y nueve o veinte años de edad.
Cuando me vine a Medellín lo hice con Ernesto Castañeda,
pues yo soy del dueto de CASTAÑEDA Y ÁLVAREZ. Ernesto y yo nos criamos juntos
en una vereda de Titiribí llamada La Falda del Corcovado; claro que a mí me
inició en la música mi papá, quien tocaba guitarra y tiple; a mí me gustaba
esto de la música de cuerda y además tenía la propiedad para ello, entonces más
que todo viendo ejecutar a mi papá el tiple
y la guitarra, yo también aprendí; es más, mi papá fue mi primer compañero de
música, él y yo éramos como un par de amigos y teníamos un dueto que
probablemente se llamaba LOS ÁLVAREZ o LIBARDO Y EL PAPÁ; estuve con él
cantando hasta los diez y seis años más o menos, y por ese tiempo Ernesto
Castañeda también le hacía a la guitarra. Un día nos encontramos y juntos dimos
los primeros toquecitos por allá en el cuarenta y nueve más o menos; o sea que
yo cambié a mi papá por Ernesto —claro que musicalmente—; Ernesto era más joven
y con él era más fácil salir a otras veredas y otros sitios; claro que con mi
papá también, pero.... no sé.... como Ernesto fuera de acompañar también
puntiaba la guitarra, seguro por eso me gustó más con él; y no formamos un
trío, porque mi papá era celoso y no le gustaba cantar con otros, o que yo
cantara con otros; inclusive cuando yo hice el dueto con Ernesto no le gustó, y
hasta lloró, así como de sentimiento; y no me dijo nada a mí porque me estimaba
mucho, pero yo sé que lloró; sólo en última ocasión me dijo:
—-Hombe no
se vaya a tocar con Ernesto.
— ¿Pero
qué tiene eso papá?, yo también sigo en el dueto con usté.
—Ah bueno;
está bien.
Y el hombre se sintió bastante, y después de esto casi
no volvió a tocar conmigo; de pronto —de vez en cuando— resultaba por ahí una
tocatica y me decía:
—No hombe,
vaya con Ernesto.
Celoso el hombre.... yo no le paraba muchas bolas,
pero claro que siempre me daba mucha tristeza el no poder salir con él de
seguido, pero entonces.... no sé hombe, yo me encariñé también de Ernesto y
hacíamos un dueto muy bueno y muy admirao. Cuando ya Ernesto y yo comenzamos a
triunfar, entonces ya mi papá se alegró mucho y vio que nosotros íbamos era pa’
delante.
Ya el dueto establecido, Ernesto y yo nos fogueábamos era
en las veredas, en las casas de campo, pues nos invitaban mucho a los
matrimonios.... en ese tiempo había mucho matrimonio, y todos celebraban 'las vísperas'; y nos buscaban mucho
porque nosotros éramos los principales músicos de allá de la vereda; pero un
domingo nos vinimos para’ ca, para Medellín; recuerdo que le dije a Ernesto:
— ¿Por qué
no nos vamos pa' Medellín?, ¿por qué no nos vamos a ver cómo nos va allá?
Nosotros trabajábamos en la vereda en oficios del
campo; o más bien, yo era el que trabajaba, porque Ernesto era un sinvergüenza
que casi no hacía nada, ¡no! Ernesto no trabajaba, y se la pasaba en la casa,
porque ellos tenían modito y finquita allá en el Corcovado, y él la pasaba más
o menos bueno; en cambio yo sí tenía que 'voliar' pa'yudarle a mi mamá. Ernesto
en el dueto puntiaba y hacía la primera voz, yo hacía la segunda y acompañaba;
entonces él me aceptó y nos vinimos pa' Medellín. Recuerdo que llegamos dizque
a cantar por ahí en cualquier parte —uno joven es muy loco—, dizque vamos a
cantar por ahí donde nos oigan a ver qué pasa. Eso, como que las cosas que Dios
le insinúa a uno en la mente, como que le ilumina a uno las cosas; ¡sí!, yo
digo que fue Dios que me iluminó a mí, porque inclusive Ernesto ni siquiera
tenía guitarra; y me dijo:
—Bueno,
nos vamos y ¿yo qué hago pa' la guitarra hermano?, y tampoco tengo quién me la
preste.
Entonces yo le dije que hace tiempo tenía un
amigo que poseía guitarra y que inclusive yo le había ayudao a conseguir esa
guitarra; era una guitarra súper buena, de las primeras que vinieron marca
Tatay, que tenía un sonido extraordinario, que por cierto —con este amigo— la
habíamos comprado en un almacén que llamaba Bedout. Entonces le dije a Ernesto:
—Vamos que
fulano de tal nos presta la guitarra.
Yo sabía que el hombre no me negaba la guitarra, aunque la
quería como a una niña. Nos vinimos pa' Medellín y fuimos directamente al
barrio Antioquia, donde llegamos tardecito —como a las cuatro de la tarde—; o
sea que a esa hora llegamos procedentes de Titiribí y el hombre de la guitarra
estaba en pijama —pues era otro sinvergüenza y muy bebedor—; nos pusimos a
charlar con él ahí y nos dijo:
—Bueno, ¿y
pa' dónde van de guitarra en mano?
El no
conocía bien a Castañeda y yo le dije:
—Primero
te presento a mi compañero hombe.
Este señor que nos recibió se llamaba Horacio Fernández y
ha sido un buen compositor, de muy buena mente para componer; yo entonces le
argumenté:
—Ve hombe,
si vos nos haces el favor de prestarnos la guitarra (como yo tenía una
hermanita que vivía en Santa Cruz), nosotros queremos es parrandiar, nos vamos
a parrandiar, nos vamos pa' Santa Cruz donde la hermanita mía; y nos metemos a
cantar por allá en una tienda de'sas.... imposible que no nos paren bolas y nos
ponemos a cantar, a tomar trago y a que nos oigan a ver.
Entonces dijo Don Horacio:
—Yo la
guitarra sí te la presto, yo confío en vos.
Fue, trajo la guitarra y comentó:
—Yo quiero
oírlos hombe, ¿por qué no se cantan una cancioncita hombe?
Comenzamos a cantar un bambuco, y dice el señor Fernández:
—Canten
otra a ver que'so está como bueno.
Nosotros —acabados de llegar de la vereda— estábamos de
sombrero y de pantalones anchos; cantamos la otra canción y el hombre se animó,
y nos dijo:
—Yo me voy
con ustedes hombe.
Se bañó, se organizó y se encachacó; nos hizo dejar los
sombreros en la casa y nos llevó pa' donde un amigo de él que tenía una
cantina; llegamos allá como a la siete y media de la noche, nos tomamos como de
a tres aguardientes y nos dice el hombre:
—Saquen
esas guitarras pues güevones, que van a cantar aquí.
Yo había observado que allá cada rato entraban músicos,
algunos tocaban y volvían y salían; y repite Don Horacio:
—Saque
pues esas putas guitarras güevones, porque yo quiero que los oigan estos bobos
que no saben ni tocar ni cantar.
Nosotros con la comprensible pena sacamos las
guitarras y empezamos a cantar, y cuando tocamos la segunda canción, se
vino el dueño de la cantina y le preguntó a él:
— ¿Y estos
muchachos de dónde los trajistes hombe? Y contesta Don Horacio:
—No te vas
a burlar de'llos, güevón, que'stos muchachos son campesinos; es primera vez que
vienen a Medellín, pero si tenes algo qué sentir de la música de'llos decímelo
güevón.
— ¿Cuál
sentir hombe?, qué cosa tan verraca, qué verracos pa' cantar hombe; yo me voy a
sentar aquí con ustedes.
Allí tomamos y cantamos hasta la hora de cerrar;
después le dimos serenata a la novia de nuestro amigo, y a continuación a la
señora del dueño de la cantina. A las tres de la mañana nos fuimos pa'
Envigado, y se larga el aguacero más verraco; allá en Envigado volvimos a
cantar y eso se llenó de gente. Don Horacio se presentó como nuestro
representante, y a un tipo le dio porque quería darle otra serenata a la mamá,
quería que le cantáramos unas 'madres' a su mamá; fuimos y le cantamos a la
señora, pero después de esto el hombre dizque no encontraba la plata para el
pago por ninguna parte; entonces nos iba a dejar sin el pago, pero nuestro
'apoderado' le dijo:
—Hermano,
consiga la plata, porque ese es el pago para estos muchachos campesinos.
Como no aparecía la plata, ellos dos se pusieron
a alegar fuerte; y Don Horacio decía:
— ¡O traes
la plata o me matas aquí!
Yo dije:
—Horacio
deja eso así.
— ¿Deja
eso así?, no hermano, este hijueputa paga porque paga.
Afortunadamente, en ese momento pasó la que
llamaban en ese tiempo la 'Policía Montada'; Don Horacio les contó todo a los
agentes y éstos detuvieron al individuo; nosotros nos fuimos para otro
establecimiento y allí estaba el Alcalde de Envigado; los policías le
comentaron a éste lo sucedido e inmediatamente el Alcalde le dijo al tipo:
—Vea
hombre, le voy a dar diez minutos para que le consiga esa plata a los muchachos
y si no, queda detenido.
El tipo no la pudo conseguir y entonces lo
detuvieron; lo cierto es que la plata se perdió, pues a los dos días nosotros
teníamos que regresar al pueblo; así que las primeras 'madres' que cantamos en
esta ciudad.... fueron gratis.
Al día siguiente de esas serenatas, Don Horacio nos
dijo:
—Los voy a
llevar a una emisora güevones; la emisora de un amigo mío que es de apellido
Villegas Giraldo, creo que se llama Emisora Claridad.
¡Nosotros
qué íbamos a saber de emisoras ni nada!, pero llegamos a la emisora y Don
Horacio le dijo a él que cantábamos muy bien; grabamos unas canciones que él
nos dijo, posteriormente pasarían por la emisora; pero cuando estábamos cantando,
llegó un hermano del señor Villegas Giraldo, quien preguntó de dónde éramos, y
a continuación nos refirió:
—Yo tengo
un amigo que tiene un sello disquero, claro que es un sello 'pirata' y tengo la
seguridad que él les graba algún disco.
Nosotros no creíamos lo que oíamos pues esa
palabra nos parecía tan grande; pero él repetía:
—Yo estoy
seguro que ese hombre les graba.
Este señor nos dio la dirección, con una tarjeta que él
envió; llegamos en un taxi y quien nos recibió era más misterioso que un
verriondo; hermano del de la emisora, hermano del que nos envió y se llamaba Óscar Villegas, y por eso también
el sello 'pirata' se llamaba Óscar. Nos pidió que cantáramos algo y le cantamos
el primer tema que después grabamos, EN LA PUNTA DE UN PUÑAL...., después le
cantamos ME IMPORTA POCO, y a continuación una canción de Ernesto que titulaba
VIDA MÍA, y que dice:
Que yo no puedo olvidarme de tus besos....
Anotó esos números en un papel y nos dijo:
— ¿Ustedes
saben qué es grabar?; bueno, si no saben, yo les enseño; yo les voy a sacar
discos a ustedes, ¿les parece bien?
— ¡Hombe,
pues claro!, ¿cómo que no?
Respondimos nosotros en nuestra inocencia.
—Ustedes
se van a quedar aquí en mi casa y yo les doy lo que necesitan, comida, dormida
y además salen conmigo para que vayan viendo cómo es eso de la carrera
artística.
Claro que nos permitió ir al pueblo antes de la
grabación, y cuando la gente supo en Titiribí, todos eran como asustados. Recuerdo
que grabamos en La Voz de Antioquia —en acetato— EN LA PUNTA DE UN PUÑAL, con
el respaldo de ME IMPORTA POCO; entonces el tipo nos dijo:
—No se
vayan a ir que ustedes van a quedar exclusivos míos.
— ¿Exclusivos?,
¿cómo así que exclusivos?
—Exclusivos,
es que ustedes no le pueden grabar a nadie; van a grabar para este sello nada
más, ustedes son exclusivos de Discos Óscar; y es bueno que lo sepan de una
vez, que no pueden grabar con nadie más, así los llamen las otras casas
disqueras, pues ustedes son exclusivos míos.
Y nosotros nos dejamos engatusar del hombre, pero
tranquilos. El disco salió, y salió 'prendido', pues se vendía por toda
parte. Días después nos dijo:
—Esto con
ustedes va para largo, pues me conseguí un socio y les vamos a grabar muchos
discos; pero recuerden que son exclusivos míos y esto
es un negocio serio. El socio tiene platica, así que vamos a cambiar el sello
mío por otro, de manera que seguirán grabando para la sociedad.
Yo le respondí:
—Bueno,
pero si usté no nos da platica, nosotros nos tenemos que ir, pues nuestro
trabajo o la platica, hacen falta en nuestras casas.
— ¡No!,
hagamos una cosa, yo les voy a conseguir trabajo.
Con el socio nos consiguió trabajo y nos fuimos dizque a
'ensamblar', que era solamente apretar alambritos, porque nosotros no sabíamos
nada; claro que después aprendimos a ensamblar chasises y aprendimos también
que ese señor, nos estaba estafando; y cómo sería la estafa, que llevó a la
casa disquera Sylver el disco EN LA PUNTA DE UN PUÑAL, lo mostró allá pero se
descachó y dio los nombres de nosotros y donde trabajábamos, claro que luego de
vender el disco con derechos autorales y todo. La gente de Sylver nos
descubrió, y el director artístico —de apellido Alzate—también era paisano de
nosotros; allí nos regañaron, porque nosotros insistíamos que éramos exclusivos
del sello Óscar, y nos llamaron como debía ser: ¡PENDEJOS!
—Ese
hombre no tiene fábrica, es un pirata, no se dejen cuentiar.
Lo mejor es que cuando nos pasamos a Sylver, el tal Óscar nos
bravió y todo, y no nos pagó ni las grabaciones ni las regalías; yo hasta tenía
muy malas intenciones con ese tipo; porque usté sabe que el campesino cuando se
enoja saca el machetico y pregunta a ver qué pasa; yo le dije a Ernesto:
—Vamos a
pegarle una aporriada a este hijueputa.
Pero Ernesto no quiso, y el tipo nos contestó:
— ¡Coman
mierda, porque no les pago ni un centavo!
O sea que nos dejamos robar esa plata, pero nos
conseguimos el contratico en Sylver, donde nos fue muy bien, permanecimos
muchos años y nos
grababan un disquito mensual; nosotros sólo
grabábamos música fría: pasillos, bambucos, pero sobretodo rancheras y
corridos; claro que Ernesto y yo en Sylver también grabamos algunos numeritos
de música parrandera, como fueron dos currulaos titulados MEDELLÍN y LOS
RATEROS; el primero composición de Horacio y yo, y el segundo composición de
Ernesto Castañeda; después grabamos muchos otros de música parrandera.
De discos Sylver pasamos a Lyra; allí Don
Otoniel Cardona nos dijo que nos iba a grabar unos números, y así fue; después
grabamos en Ondina, y prácticamente ya grabábamos donde queríamos, incluso
grabamos en mucho sellito pirata, de a uno o dos discos, pero grabamos. Donde
no tuvimos la oportunidad de grabar fue en Zeida, donde nos disgustamos por
ciertas cosas que no las quiero mencionar; y allí, en ese momento Horacio y yo
nos abrimos. El fue con un compañero a grabar y no le grabaron; yo fui con otro
a grabar y no me grabaron, pues ellos querían a CASTAÑEDA Y ÁLVAREZ, pero como
no nos hablábamos, tuvimos que pasar en silencio un poco de años.
Yo me coloqué a trabajar en Indurrajes, donde
me ayudó a colocar Guillermo Galeano; incluso Guillermo tenía un sellito 'pirata',
que lo hicimos parar Raúl López, y yo haciendo de solista; grabé para Galeano
temas como COPAS NEGRAS y TE CAÍSTE CONMIGO; de las otras no me acuerdo, pues
yo no conservo nada de mis grabaciones, pues a la casa iba cualquier amigo, y
si le gustaban mis discos se los llevaba.
Un día se apareció el compositor Gilberto Mesa, con un
muchacho que era locutor y de apellido Arredondo, dizque para que les grabara
dos numeritos de música bailable —cosa que yo no había hecho jamás cantando de
solista—. El compositor insistió, y yo le argumentaba:
— ¿Por qué
no buscas otro?
—Ve, es
que son dos numeritos, el uno se llama EL TÁBANO, y el otro LA ESCOBA DE
JUANA.
—Hombe yo
no he grabao esa música caliente y además hay mucho quien cante eso hombe.
—De todas
maneras yo quiero que me cantes los numeritos.
Cuando me mostraron y me cantaron los números, a
mí no me gustó ninguno de los dos, incluso le dije al grabador:
—Eso como
que no es pa' mí; esos números están buenos pa' Luis Carlos Jaramillo que's un
hombre que tiene la capacidá jocosa como para grabar esos numeritos, y yo no le
veo gracia a eso.
El grabador contestó:
—De todas
maneras yo también quiero que usté grabe eso.
Y oiga lo que conviene; al domingo estaba yo en la
casa, pegando unos adobes, cuando fueron llegando Arredondo, Gilberto Mesa y
el difunto Jesús Vanegas y me dijeron:
—Venimos a
ensayar aquí y definitivamente queremos que cantes los numeritos.
Ya me daba pena hacerme de rogar, me bajé de allá
y ensayé con ellos, montamos los números, los grabé, ¡y mire que grande fue
el éxito! Así fue como comencé en la música parrandera; he grabao bastantes
parranderos, claro que mis más grandes éxitos han sido el que estábamos
mencionando EL TÁBANO y también fue gran éxito TRINIDAD, del que hubo muchas
versiones, pero la que gustó fue la mía que la grabé con un acordioncito, y
eso que los otros la hicieron con unos combos los verriondos. Yo
también—durante casi cinco años— firmé exclusividá con Discos Metrópoli, y casi
todo lo que grabé allí fue bailable, pero también hice TRISTE SOLEDAD, que era
un bolero, y eso que creían que yo no era capaz de cantar un bolero,
Esa triste soledad, este negro amanecer....
Con este pegué mucho a pesar de que fue grabado
por grandes tríos; y salió con un bolero de Pedro Nel Isaza por el respaldo,
titulado A UNA CITA.
El único instrumento que yo toco es la guitarra; ¡ah! y
tuve otros éxitos como EL ENCHUFE, de Gilberto Mesa, que se vendió bastante y
la música es mía; también sonó NO SOMOS GOTEREROS, canción con música igualmente mía; EL AVISPAO, letra de
Alfonso Muriel y yo le puse la música; bueno grabé tantas que ya no me acuerdo,
pero un éxito en ese tiempo era de diez mil discos y no es como ahora que el
éxito es de cien mil para arriba, y si no, no es éxito.
En mi modo de tocar y cantar no influyó
Guillermo Buitrago; y yo creo que nosotros —CASTAÑEDA Y ÁLVAREZ— fuimos de los
primeros en interpretar esta música parrandera; y cuando resulta José A
Bedoya, ya nosotros habíamos grabao mucha música de esa clase; claro que cuando
nosotros grabamos, el Mono González ya tenía muchos temas, y también Carlos
Muñoz era contemporáneo; Luis Carlos Jaramillo no había empezao, lo mismo
Leonel Ospina, pero por ese tiempo se fueron organizando todos.
Para los éxitos que yo he tenido en la música, no he sido
bien pagado; yo tengo mucha música grabada y lo que recibe uno es muy poco; y
cualquiera de los cantantes y compositores de la música parrandera, le dirán lo
mismo, nos han pagado muy poco para todo lo que hemos hecho; porque esto....
esto no compensa; imagínese usté que uno va a una fábrica a que le liquiden
las regalías, y qué va a saber uno cuántos discos vendieron; entonces uno es
engañado de todas formas, yo particularmente me siento engañado de todas las
fábricas, pues de acuerdo con lo que he hecho, sólo me han dado ' chichiguas';
imagínese qué tan fregao es eso que en ocasiones yo grabé un disco y fui
personalmente a comprar veinte o treinta unidades para regalarle a amigos y
familiares; después iba a reclamar las regalías y me decían que'l disco no se
había vendido; mejor dicho, el trato de las casas disqueras con nosotros, ES
INJUSTO.
Entre los artistas de parranda que yo más he
admirado, están: José A. Bedoya, que entre otras cosas era muy celoso musicalmente
hablando; él no le decía a nadie qué había grabao, pero a uno siempre le
preguntaba:
—Libardo,
¿qué has grabao por ahí hombe?
Era más zorro que un verraco, pero yo tampoco le decía;
José tenía más estilo que yo para la música bailable y tenía más facilidad para grabar, pues él grababa
para Sonolux y yo para esos sellitos 'piratas'; por ejemplo los discos de
Metrópoli parecían 'chicharritas' y se vendían depura 'churria'; el único
disco que quedó bien grabao fue EL TÁBANO en Ondina; ¡ah! y TRINIDAD, que
también quedó bien hecho.
A mí me gustaba que en las grabaciones me acompañara un
'combito' de amigos que teníamos y que éramos: Pedro Nel Isaza, Jesús Vanegas
en el bajo, Jairo Gómez en los bongoes, Julio César Villafuerte y Horacio
Castañeda.
En aquel tiempo en la música parrandera, los mejores
punteros eran: Leonel Ospina, un guitarrista muy bueno; Manuel Suescún,
también muy buen puntero y me gustaba grabar con él; Ricardo González, muy
bueno; José Bedoya, que era muy bueno pero no le puntiaba a uno.
Arturo Ruiz del Castillo es un excelente compositor
y muy buena gente; incluso Castañeda y yo le grabamos muchos temas, y además yo
regrabé aquella obra famosa suya ENTRE CALI Y MEDELLÍN.
En general, entre los músicos parranderos de aquel
tiempo, hubo una buena amistad, claro que no faltaron los envidiosos; y casi
todos nos reuníamos en el bar Canadá, y también en El Golfo, que quedaba ahí
donde está.... mejor dicho, en Amador con Carabobo; y el Canadá era en Amador
con Bolívar; ahí nos manteníamos nosotros y después nos pasábamos para El
Portón Rojo que quedaba en Carabobo entre Amador y Maturín.
En mi carrera artística formé parte de los
siguientes grupos:
CASTAÑEDA Y ÁLVAREZ
MEJÍA Y ÁLVAREZ
LOS KATÍOS
LOS TROVADORES DEL SUR
LOS TROVADORES DEL TONUSCO
RÍOS Y ÁLVAREZ.
En cierta oportunidad también grabé
con el nombre artísticos de JOSÉ LIZ".
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