Biografía de María Álvarez viuda de Carlos Washington Andrade
Siempre que nosotros escuchábamos
aquellas canciones de LOS TROVADORES DE CUYO, LOS ROMANCEROS DEL CAUCA y EL
CONJUNTO AMÉRICA, y veíamos en las etiquetas de los discos los nombre de:
Paredes Herrera y Carlos Washington Andrade, como los máximos compositores y
autores de todas aquellas bellas melodías; decíamos para sí:
— ¡Qué
bueno sería conocer alguno de aquellos personajes!
Y esto lo teníamos como algo muy difícil de
alcanzar y creíamos que eran unos ídolos que estaban muy lejanos de nuestro
natural andar; entendimos que Paredes Herrera estaba distante de nuestro país,
pero que Washington Andrade era un ecuatoriano que vivía entre nosotros; y lo
cierto es que en aquellos días murió este
músico que al decir de los que lo conocieron, era un hombre muy elegante, que
frecuentemente vestía de blanco, con un sombrero también blanco, apuesto,
amante de todo lo fino y que se codeaba con la gente de buen gusto que tenía
nuestra ciudad. Pero hoy, y después de tantos años, cuando yo, ya mayor, tengo
oportunidad de entrevistar a su viuda, Doña María Alvarez de Andrade, encuentro
que la realidad es otra; o que por lo menos, existe otra historia paralela, que
la viuda de Andrade cuenta de esta manera:
"Yo me llamo María Alvarez Lara viuda de Andrade,
y nací en Frontino (Antioquia), en 1907 en el hogar formado por Lizandro
Alvarez y Ascención Lara; estudié hasta que me dieron diploma de maestra, en
el Colegio de Frontino, claro que en ese tiempo se estudiaba más que ahora; le
digo que en mi casa se compraron libros de: lectura, ortografía, geografía,
historia patria, historia sagrada y hasta urbanidad, y una pizarra; en ellos
estudió mi hermana Rosa, mi hermana Elvira, Luis y yo y todos con los mismos
libros; nos daban cuadernos, tinta y lápiz en el colegio y nos daban unas
falditas para hacer la calistenia, que ahora se llama gimnasia o educación
física. En ese tiempo nosotros no éramos demasiado pobres, pues teníamos
nuestro modo de vivir, un caserón muy grande, vacas, caballos para pasear y así
era la vida de nosotros allá.
En la casa, Rosa fue maestra trece años,
Elvira fue maestra ocho años y yo no quise serlo, pero me gradué, y si no me
hubiera graduado, entonces ¿usted cree que yo pudiera arreglar o componer
canciones?
Mi padre era fabricante de liras, tiples y
guitarras, y en mi casa, Rosa, Elvira y yo fuimos músicos; yo era la más chiquita y
tocaba tiple, Rosa tocaba lira y Elvira guitarra; hacíamos tremendos bailes en
la casa y tocábamos pasillos, valses, pasodobles y todo lo que se bailara; vea,
precisamente en estos días me decía una persona que la música que yo hacía era
muy perezosa, que era mejor la salsa y el merengue dominicano. En mi casa, a
Rosa, un compadre le enseñó a tocar lira y él también le enseñó a Elvira; pero
en una habitación, mi papá guardaba todos los instrumentos que hacía para
vender; allí llegaban muchos montañeritos a pulsar lo que se les iba a vender,
y con estos montañeritos yo aprendí a tocar. Mi papá era como un juez, pues pedía lo justo por cada instrumento
y nunca rebajaba; y si a alguien no le alcanzaba el dinero, le decía:
—A lo que
tenga la plata vuelva por él.
Mi padre también tocaba guitarra, pues como él
hacía los instrumentos a veces le tocaba ensayarlos, y claro que eran instrumentos
muy buenos y muy bien hechos; mi padre también hacía puentes y trabajaba todo
lo que usted le dijera; mejor dicho, él sabía de todo.
Yo comienzo a hacer canciones en 1940, pero versos
hice desde que tuve mis primeros novios; yo era muy buena conversadora y le
gustaba mucho a los muchachos; recuerdo un bobito que me decía:
—Malía,
'tas muy bonita, pelo muy coqueta.
Yo hacía versos en el colegio, pa' los paseos, y todo eso
me lo quemó Carlos Washington —mi marido—, ¡y es que me ha pesado toda mi vida casarme
con ese ecuatoriano que me jodió tanto! Antes de conocerlo a él, yo vivía muy
bueno, yo trabajaba mucho; primero en Coltejer cuando yo vine a Medellín a los
doce años, después por medio de unas muchachas que hasta eran enemigas mías,
me di cuenta que en el Zapato Búfalo necesitaban una trabajadora, y allí
trabajé mucho tiempo; luego laboré en el almacén Cleve, donde los Echavarría,
que me acuerdo eran: Teresa, Misia Luisa y Faustino, que creo es el papá de ese
Echavarría que me quitó las regalías; pues fíjese que cuando se murió Carlos,
sólo me dio dos veces regalías, y después me dijo:
—Ya se le
acabó el contrato a usted.
Y ya no me volvieron a dar ni un centavo, nada....
nada.
Yo vivía en la Alhambra, y allí yo hacía monederas,
carteras de papel y pegamoy y muchas cosas que vendía a los comerciantes; tenía
diez muchachas que me ayudaban a trabajar y era muy 'pinchada' porque tenía mi
fabriquita; claro que la casa donde funcionaba ésta, la pagábamos entre Juan
López y yo; o sea que la otra mitad de la casa, era un depósito que Juan tenía,
un depósito de cacharrería; pagábamos de arriendo diez pesos, cinco pesos él y
cinco pesos yo. Era 'pinchada' también ya que era muy pretendida y me mantenía
muy bien vestida y además veía por todos los de mi casa; ¡yo ganaba muy buena
plata!
Un día a mi casa y negocio, se aparece mi hermano con un
ecuatoriano que tenía guitarra y cantó y fregó allí; yo no estaba en ese
momento y cuando llegué me oyeron:
—Luis
trajo un ecuatoriano que canta y toca tan lindo.
Yo no hice caso, pero al otro día volvió
Luis con él; entonces Washington se quedó viéndome, se acercó, se puso a
cantar, y cuando se fue a ir me dejó sobre la máquina un papelito donde decía:
Estoy locamente enamorado de una mujer muy hermosa
Y siguió yendo, yendo, yendo, hasta que quedamos como
novios pues; a mí casi no me gustaba pero él me insistía y me llevaba serenatas
casi diario con José Barros, que José Barros era otro 'achilao' igual a él; Washington
le enseñaba a tocar a Barros y a lo último estos dos se pasaron pa' la pieza de
mi hermano. Un día le digo yo al ecuatoriano:
—Carlos,
vos que habías dicho que querías irte para Venezuela, ¿por qué no te vas?, si
querés yo te ayudo.
Lo cierto es que todo se arregló para que
se fuera al día siguiente, le di unas libras esterlinas, lo saqué hasta el
zaguán, me devolví y le dije a las trabajadoras:
—
¡Muchachas!, ¡me libré del ecuatoriano!
Yo que digo así, cuando lo siento ahí atrás que
me dice:
—Yo no me
voy pa' ningún Venezuela, mejor arregle pa' casanos, que nos tenemos que casar.
Y agregó:
—Si no te
casas conmigo te mato.
Lo cierto es que me mantenía toda 'sicosiada' y amenazada, a
mí no me podía mirar nadie, nadie, nadie; íbamos por la calle y era...
— ¿Por qué
te miró ese?
Fíjese que un día iba yo así con él, cuando se
apareció José Castaño, el amor mío de cuando yo estaba chiquita—aquel que en mi
niñez me regalaba moñitos de cinta y anillitos—, y me dice José:
—María,
¡qué gusto me da verte!
Yo le contesté, antes de que fuera a decir
algo:
—Ve, te
presento a mi marido.
Como José se quedó viéndome, cuando fuimos a la casa me pegó
por eso y me agarró a las patadas.
Yo me casé con Washington en 1936, y en 1940 aproximadamente
vino Juan Ernesto Peronet, y ellos andaban juntos, pues mi marido cantaba en la
Voz del Triunfo y Radio Córdoba acompañando al trío RUBÍ, y cuando vino el cuarteto
MANABÍ y también LOS IMBAYAS; y por ese tiempo él me dijo:
—María, se
me presentó la oportunidad de grabar unas canciones, y como tú sabes componer
¿cierto?, quiero que hagamos unas para presentarlas en la casa disquera.
Entonces me puso a mí a sacar las letras, y él ni
siquiera les ponía la música, solamente él las cantaba después; yo ponía letra
y música, porque letra sacada con música es la que vale; yo recuerdo por
ejemplo cuando él estaba grave, pa' morirse y pidieron de una disquera unas
canciones; yo se las arreglé, las mandé y un 'cojito' que había —Echeverry
Morales— me sacó las partituras de lo más buenas. La primera canción que yo
saqué para él fue CORAZÓN SIN AMOR:
Es la vida un martirio cuando un amor se aleja,
y nos queda un vacío si una pasión nos deja,
horas de
intensa dicha, caricias de mujer,
como sombras pasaron, para jamás volver....
Ésta fue
la primera canción, y entonces ya seguimos, y como a él ya le daban allá alguna
plata cuando llevaba una canción —donde Ramírez Johns—, entonces cada rato me
estaba fregando para que le hiciera más; y claro, con mis canciones, lo nombraron dizque exclusivo de la Odeón; él
llevaba y yo le sacaba las canciones:
Yo soy aquel que tú dejaste un día....
Fueron tantas canciones que es que se me olvidan;
por ejemplo, aquella que se llama EN MI SOLEDAD, fue un día que
peliamos y él se fue, y yo le saqué esa que es así:
En nuestra separación jamás encuentro alegría,
la mayor
melancolía invade mi corazón....
¡Esa a mí
me parecía tan bonita!, pero después vinieron: CENIZAS DE MI MADRE, A MI
MADRE, y muchas "madres" que tengo yo:
Hace ya tanto tiempo que estoy triste
porque faltó la que yo tanto amaba....
Y CENIZAS DE MI MADRE, fue de las más
bonitas; mejor dicho, todas las canciones mías fueron de éxito, y todavía,
porque todavía a la gente le gusta mis canciones; por ejemplo ahora tengo pa'
grabar una que se llama LÁGRIMAS DE DOLOR, incluso estaba localizando al trío
LOS SOLES, a ver si la cantan; también tengo para grabar otra que se llama HOY
QUE TE ENCONTRÉ:
Hoy que te encontré ya no te conocía....
En aquella época yo hacía la letra y música
de las canciones, se las daba a mi marido, él las llevaba donde Ramírez Johns,
y éstos las enviaban a la Odeón en la Argentina.
Aquí a mi casa vino un señor del periódico Infórmate,
de Pereira, y yo le dije que las canciones eran mías, que no pertenecían a mi
marido, que Carlos se había apoderado de ellas, y que Carlos era hasta muy
bruto, que simplemente era un ecuatoriano que no había estudiado, pero sí se
había apoderado de mis canciones; y entonces ese día vino y me pegó. Él sabía
escribir, pero nunca compuso nada, pues para componer se necesitan compases,
sílabas y de todo, y él no sabía nada; yo supe que era ecuatoriano mi marido
sólo por el dialecto que tenía y porque la mamá se llamaba Carmen Moriano y el
papá Adriano Andrade, y no más. A mi marido le llegaban regalías de todas
partes; las mismas que se gastaba, y cuando se le acababa la plata entonces sí
lo veíamos por la casa; y mientras él gastaba, yo pasaba,
échele y échele a la máquina de coser para mantener los hijos, que fueron
siete; en SAYCO se ríen mucho porque me dicen:
— ¡Ah!,
pero usted lo quiso mucho, porque le tuvo siete hijos.
Y yo les digo:
—No, es
que fue sin querer, queriendo.
Alonso Arcila —el de los Habitantes de la Noche
en la radio—, cada rato me dice:
—Doña
María, y si ese no le sirvió, ¿usted por qué no lo dejó y se consiguió otro?
Y yo le respondo:
— ¡Ah!, si
ese no me sirvió, qué me iba a servir otro.
Carlos falleció en 1985, pero él vivió con más
mujeres; claro que yo le gusté fue porque yo trabajaba mucho y él nunca llegó a
decir:
—María, ve
este mercao que te traigo.
Y cuando llegaban las regalías, se
perdía tres, cuatro o cinco días. Decían que era un tipo muy bien vestido, ¡claro!,
si siempre se vistió con mi plata; fíjese que a los ocho días de casada me
encerró y se fue en pleno 24 de diciembre, y todo porque al frente había un
baile y me estaban llamando; entonces cogió, le echó llave a la puerta, se fue
y volvió al otro día.
Yo para qué voy a meter mentiras como meten
tantos compositores; yo estoy aquí y cuando me inspiro, yo cojo el lápiz y
escribo; porque si no lo hago, la inspiración se me va.... como esto que dice:
Qué has hecho del cariño que era mío
a quién le diste tus besos
y mi amor para dejar mi corazón helado y frío
por
faltarle de tus besos el calor....
Esa es de las canciones nuevas, de esas que yo saco
a cada rato; yo tengo un cuaderno llenito de composiciones nuevas.
Canciones de baile o parranderas yo hice muchas,
como YA NACIÓ EL NIÑO o LLEGÓ LA NOCHE BUENA, que dice así:
Ya llegó la noche buena que nos hace
trasnochar,
valiente
noche tan buena la que vamos a pasar....
Una que se llama VIVA DICIEMBRE, y que dice:
Gozan los pobres, gozan los ricos,
y nos trae el niño la virgen María....
A mí me gustaba mucho la música de Guillermo Buitrago,
porque ese sí es un compositor muy bueno; claro que también me gustaban mucho
esos muchachos.... de Frontino.... los Bedoyas; ¿cierto que ese Jaime R.
Echavarría compra canciones?; es como Darío Gómez; Darío Gómez tampoco es
compositor, yo me acuerdo cuando vino, que era un montañero de calzones
marraneros, era un montañero de botas y una camisa por fuera y una vez me lo
encontré en el Parque Berrío dizque de sombrerón grande, y ahora resultó que le
dieron esa canción pa' que la cantara —NADIE ES ETERNO—, y se hizo grande, pero
tuvo que pagar veinte millones cuando lo atacó el dueño; pero de todas maneras
con esa canción se llenó de plata.
Pedro Nel Isaza es un compositor que tiene muchas
obras, pero yo creo que le ponen más.
Arturo Ruiz del Castillo, tampoco era compositor;
ese iba usté con una
canción y le decía:
—Yo la voy
a llevar a ver si la graban.
Y a los
días:
— ¡No!, no
pasó.
Vea, allí cerquita vivía un muchacho Riaza que componía muy
bien, y con esas obras fue que se hizo grande Ruiz del Castillo; es que yo los
conozco a todos.
A mi marido sí le saqué canciones, pa' qué voy
a decir; le saqué ésta que dice,
En nuestra separación jaméis encuentro alegría....
En esos días se había ido a vivir con una mujer de Casa
Blanca; ¡pero mentiras!, yo tampoco sentía eso. Después saqué otra que decía:
Ya me olvidaste, qué triste desengaño
qué desenlace hiciste con mi amor
nunca
pensé que al cabo de los años
pudieras
entregarme al cruel dolor....
Nosotros mandábamos las canciones para la
Argentina, letra y partituras; recuerdo que las partituras las hacía Don
Carlos Vieco; y cómo le parece que una vez borracho mi marido, vendió por ocho
mil pesos, las regalías que vendrían por espacio de cinco años; claro que ocho
mil pesos era platica, pues fíjese que con dos mil pesos hice yo un pedazo de
esta casa; pero cómo le parece que esos cinco años se transformaron en catorce
años.
Las casas disqueras a mí me han pagado supremamente mal;
lince diez años a uno le daban trescientos mil pesos cada tres o cuatro meses;
y cómo le parece que la señorita Silvia Arango -de Codiscos—, dice que mis canciones
no tienen venta, como si uno no supiera que LOS CUYOS y EL CONJUNTO AMÉRICA
seguirán vendiendo toda la vida. Fíjese que hace dos meses me cortaron los
servicios, pues con la plata de las regalías yo pagaba los servicios, y ahora
la señorita Silvia va pa' nueve meses sin liquidar un solo centavo; y la
disculpa es que la música 'pirata' los está matando.
Después de que murió Carlos, sólo me han grabado unas
diez cancioncitas, pero yo tengo muchas letras sin grabar; claro que aquí
llegaban músicos, que se llevaban unas diez canciones, grababan una o dos, y
las otras se perdían.
Carlos todo lo que conseguía era pa' mujeres y vicio de
licor, por eso murió de mucha complicación: cirrosis alcohólica, infección
renal, mejor dicho, tenía de todo.
SAYCO tampoco sirve; fíjese que en diciembre sólo me dieron
140.000 pesos, pues como yo no pongo problema, en cambio Carlos sí iba y los
insultaba.
Yo no recuerdo cuántas canciones he compuesto, pero
son muchísimas; y me las han cantado, LOS TROVADORES DE CUYO, MARFIL Y SUS
MONTAÑEROS, LOS ROMANCEROS DEL CAUCA, EL CONJUNTO AMÉRICA, PEDRO SÁNCHEZ,
EDMUNDO RIVERO y muchos otros.
Composiciones mías son por ejemplo: ANGUSTIA, ANHELO
MORIR, BEBIENDO Y RECORDANDO, BORRACHO POR AMOR, BUSCANDO OLVIDO, CALABOZO DE MIS
PENAS, CENIZAS DE MI MADRE, CORAZÓN SEN AMOR, DÉJAME VTVIR EN PAZ, DE RODILLAS,
DESENGAÑO, DESPECHO, EN MI SOLEDAD, LOS HUERFANITOS, INFIEL MUJER, MI DOLOR,
LLAMADA CELESTE, MI RUEGO, NO ME PREGUNTEN POR ÉL, PALOMITA, RECORDANDO EL
PASADO, RESIGNACIÓN, SEGUIRÉ BEBIENDO, SOY AQUEL, SOY PEREGRINO DEL AMOR, SUFRO
POR TI, TE HE VENCIDO, TODO SE HA IDO, TRISTEZA, YA NACIÓ EL NIÑO, YA NO LLORES
CORAZÓN y muchas más.
La EMI recoge todas las liquidaciones, y ella paga;
aquí en
Medellín liquida Silvia Arango; y esta semana me dijo:
—Vea
señora, no se esperance en plata de regalías, porque su música no se vende.
En cierta ocasión, un hijo de Carlos—de otra
mujer—vino hasta mi casa y me dijo:
—Doña
María, tengo un abogado que me va a sacar las canciones de papá.
Y tuve que contestarle:
—Mijo;
papá, no tenía canciones.
— ¿Por
qué?
—Porque su
papá no era compositor; o dígame, ¿cuántas canciones compuso en su casa?
Yo he sacado muchas canciones, pero el día que yo
me muera, seguramente le meten mego a todo esto; la garganta ya no me da para
cantar, pero puedo palabrearle ésta que dice:
Tú me juraste amarme con locura
me diste
el juramento ante el Señor
para
llenar mi vida de amargura
y darle a
otro tu malvado amor... ".
Doña María Álvarez Lara viuda de Andrade, mujer nacida
en 1907, pero sumamente lúcida. Ésta es la otra cara de la historia.
Aquí corroboro lo que mi padre, que era músico, me comentaba por allá en los 80's acerca de esto. El me decía que la autoria y composición de las canciones eran de Doña María Alvarez y que el Señor Andrade las hacia como propias y cobraba las regalías. Un verdadero vividor e irresponsable; acotaba mi Padre. Gracias a Fabio Nelson Ortiz por hacer publica la denuncia de parte de Doña María.
ResponderEliminarImpresionante.
ResponderEliminarMuchas gracias por difundir esta información.