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lunes, 24 de julio de 2017

MARÍA ÁLVAREZ viuda de CARLOS WASHINGTON ANDRADE




Biografía de María Álvarez viuda de Carlos Washington Andrade

Siempre que nosotros escuchábamos aquellas canciones de LOS TROVADORES DE CUYO, LOS ROMANCEROS DEL CAUCA y EL CONJUNTO AMÉRICA, y veíamos en las eti­quetas de los discos los nombre de: Paredes Herrera y Carlos Washington Andrade, como los máximos compositores y autores de todas aquellas bellas melodías; decíamos para sí:

— ¡Qué bueno sería conocer alguno de aquellos personajes!

Y esto lo teníamos como algo muy difícil de alcanzar y creía­mos que eran unos ídolos que estaban muy lejanos de nuestro natural andar; entendimos que Paredes Herrera estaba distante de nuestro país, pero que Washington Andrade era un ecuatoria­no que vivía entre nosotros; y lo cierto es que en aquellos días murió este músico que al decir de los que lo conocieron, era un hombre muy elegante, que frecuentemente vestía de blanco, con un sombrero también blanco, apuesto, amante de todo lo fino y que se codeaba con la gente de buen gusto que tenía nuestra ciudad. Pero hoy, y después de tantos años, cuando yo, ya ma­yor, tengo oportunidad de entrevistar a su viuda, Doña María Alvarez de Andrade, encuentro que la realidad es otra; o que por lo menos, existe otra historia paralela, que la viuda de Andrade cuenta de esta manera:

"Yo me llamo María Alvarez Lara viuda de Andrade, y nací en Frontino (Antioquia), en 1907 en el hogar formado por Lizandro Alvarez y Ascención Lara; estudié hasta que me dieron di­ploma de maestra, en el Colegio de Frontino, claro que en ese tiempo se estudiaba más que ahora; le digo que en mi casa se compraron libros de: lectura, ortografía, geografía, historia patria, historia sagrada y hasta urbanidad, y una pizarra; en ellos estudió mi hermana Rosa, mi hermana Elvira, Luis y yo y todos con los mismos libros; nos daban cuadernos, tinta y lápiz en el colegio y nos daban unas falditas para hacer la calistenia, que ahora se lla­ma gimnasia o educación física. En ese tiempo nosotros no éramos demasiado pobres, pues teníamos nuestro modo de vivir, un caserón muy grande, vacas, caballos para pasear y así era la vida de nosotros allá.

En la casa, Rosa fue maestra trece años, Elvira fue maestra ocho años y yo no quise serlo, pero me gradué, y si no me hubiera graduado, entonces ¿usted cree que yo pudiera arreglar o com­poner canciones?

Mi padre era fabricante de liras, tiples y guitarras, y en mi casa, Rosa, Elvira y yo fuimos músicos; yo era la más chiquita y tocaba tiple, Rosa tocaba lira y Elvira guitarra; hacíamos tremen­dos bailes en la casa y tocábamos pasillos, valses, pasodobles y todo lo que se bailara; vea, precisamente en estos días me decía una persona que la música que yo hacía era muy perezosa, que era mejor la salsa y el merengue dominicano. En mi casa, a Rosa, un compadre le enseñó a tocar lira y él también le enseñó a Elvira; pero en una habitación, mi papá guardaba todos los instrumentos que hacía para vender; allí llegaban muchos montañeritos a pulsar lo que se les iba a vender, y con estos montañeritos yo aprendí a tocar. Mi papá era como un juez, pues pedía lo justo por cada instrumento y nunca rebajaba; y si a alguien no le alcanzaba el dinero, le decía:

—A lo que tenga la plata vuelva por él.

Mi padre también tocaba guitarra, pues como él hacía los instrumentos a veces le tocaba ensayarlos, y claro que eran instrumentos muy buenos y muy bien hechos; mi padre también hacía puentes y trabajaba todo lo que usted le dijera; mejor dicho, él sabía de todo.

Yo comienzo a hacer canciones en 1940, pero versos hice desde que tuve mis primeros novios; yo era muy buena conversa­dora y le gustaba mucho a los muchachos; recuerdo un bobito que me decía:

—Malía, 'tas muy bonita, pelo muy coqueta.

Yo hacía versos en el colegio, pa' los paseos, y todo eso me lo quemó Carlos Washington —mi marido—, ¡y es que me ha pesado toda mi vida casarme con ese ecuatoriano que me jodió tanto! Antes de conocerlo a él, yo vivía muy bueno, yo trabajaba mucho; primero en Coltejer cuando yo vine a Medellín a los doce años, después por medio de unas muchachas que hasta eran ene­migas mías, me di cuenta que en el Zapato Búfalo necesitaban una trabajadora, y allí trabajé mucho tiempo; luego laboré en el alma­cén Cleve, donde los Echavarría, que me acuerdo eran: Teresa, Misia Luisa y Faustino, que creo es el papá de ese Echavarría que me quitó las regalías; pues fíjese que cuando se murió Carlos, sólo me dio dos veces regalías, y después me dijo:

—Ya se le acabó el contrato a usted.

Y ya no me volvieron a dar ni un centavo, nada.... nada.

Yo vivía en la Alhambra, y allí yo hacía monederas, carteras de papel y pegamoy y muchas cosas que vendía a los comercian­tes; tenía diez muchachas que me ayudaban a trabajar  y era muy 'pinchada' porque tenía mi fabriquita; claro que la casa donde funcionaba ésta, la pagábamos entre Juan López y yo; o sea que la otra mitad de la casa, era un depósito que Juan tenía, un depó­sito de cacharrería; pagábamos de arriendo diez pesos, cinco pesos él y cinco pesos yo. Era 'pinchada' también ya que era muy pre­tendida y me mantenía muy bien vestida y además veía por todos los de mi casa; ¡yo ganaba muy buena plata!

Un día a mi casa y negocio, se aparece mi hermano con un ecuatoriano que tenía guitarra y cantó y fregó allí; yo no estaba en ese momento y cuando llegué me oyeron:

—Luis trajo un ecuatoriano que canta y toca tan lindo.

Yo no hice caso, pero al otro día volvió Luis con él; entonces Washington se quedó viéndome, se acercó, se puso a cantar, y cuando se fue a ir me dejó sobre la máquina un papelito donde decía:

Estoy locamente enamorado de una mujer muy hermosa

Y siguió yendo, yendo, yendo, hasta que quedamos como novios pues; a mí casi no me gustaba pero él me insistía y me llevaba serenatas casi diario con José Barros, que José Barros era otro 'achilao' igual a él; Washington le enseñaba a tocar a Barros y a lo último estos dos se pasaron pa' la pieza de mi her­mano. Un día le digo yo al ecuatoriano:

—Carlos, vos que habías dicho que querías irte para Vene­zuela, ¿por qué no te vas?, si querés yo te ayudo.

Lo cierto es que todo se arregló para que se fuera al día siguiente, le di unas libras esterlinas, lo saqué hasta el zaguán, me devolví y le dije a las trabajadoras:

— ¡Muchachas!, ¡me libré del ecuatoriano!

Yo que digo así, cuando lo siento ahí atrás que me dice:

—Yo no me voy pa' ningún Venezuela, mejor arregle pa' casanos, que nos tenemos que casar.

Y agregó:

—Si no te casas conmigo te mato.

Lo cierto es que me mantenía toda 'sicosiada' y amenazada, a mí no me podía mirar nadie, nadie, nadie; íbamos por la calle y era...

— ¿Por qué te miró ese?
Fíjese que un día iba yo así con él, cuando se apareció José Castaño, el amor mío de cuando yo estaba chiquita—aquel que en mi niñez me regalaba moñitos de cinta y anillitos—, y me dice José:

—María, ¡qué gusto me da verte!

Yo le contesté, antes de que fuera a decir algo:

—Ve, te presento a mi marido.

Como José se quedó viéndome, cuando fuimos a la casa me pegó por eso y me agarró a las patadas.

Yo me casé con Washington en 1936, y en 1940 aproxima­damente vino Juan Ernesto Peronet, y ellos andaban juntos, pues mi marido cantaba en la Voz del Triunfo y Radio Córdoba acom­pañando al trío RUBÍ, y cuando vino el cuarteto MANABÍ y también LOS IMBAYAS; y por ese tiempo él me dijo:

—María, se me presentó la oportunidad de grabar unas can­ciones, y como tú sabes componer ¿cierto?, quiero que hagamos unas para presentarlas en la casa disquera.

Entonces me puso a mí a sacar las letras, y él ni siquiera les ponía la música, solamente él las cantaba después; yo ponía letra y música, porque letra sacada con música es la que vale; yo re­cuerdo por ejemplo cuando él estaba grave, pa' morirse y pidie­ron de una disquera unas canciones; yo se las arreglé, las mandé y un 'cojito' que había —Echeverry Morales— me sacó las par­tituras de lo más buenas. La primera canción que yo saqué para él fue CORAZÓN SIN AMOR:

Es la vida un martirio cuando un amor se aleja,
y nos queda un vacío si una pasión nos deja,
horas de intensa dicha, caricias de mujer,
 como sombras pasaron, para jamás volver....

Ésta fue la primera canción, y entonces ya seguimos, y como a él ya le daban allá alguna plata cuando llevaba una canción —donde Ramírez Johns—, entonces cada rato me estaba fre­gando para que le hiciera más; y claro, con mis canciones, lo nombraron dizque exclusivo de la Odeón; él llevaba y yo le saca­ba las canciones:

Yo soy aquel que tú dejaste un día....
Fueron tantas canciones que es que se me olvidan; por ejem­plo, aquella que se llama EN MI SOLEDAD, fue un día que peliamos y él se fue, y yo le saqué esa que es así:

En nuestra separación jamás encuentro alegría,
la mayor melancolía invade mi corazón....

¡Esa a mí me parecía tan bonita!, pero después vinieron: CE­NIZAS DE MI MADRE, A MI MADRE, y muchas "madres" que tengo yo:

Hace ya tanto tiempo que estoy triste
porque faltó la que yo tanto amaba....

Y CENIZAS DE MI MADRE, fue de las más bonitas; me­jor dicho, todas las canciones mías fueron de éxito, y todavía, porque todavía a la gente le gusta mis canciones; por ejemplo ahora tengo pa' grabar una que se llama LÁGRIMAS DE DO­LOR, incluso estaba localizando al trío LOS SOLES, a ver si la cantan; también tengo para grabar otra que se llama HOY QUE TE ENCONTRÉ:

Hoy que te encontré ya no te conocía....

En aquella época yo hacía la letra y música de las canciones, se las daba a mi marido, él las llevaba donde Ramírez Johns, y éstos las enviaban a la Odeón en la Argentina.

Aquí a mi casa vino un señor del periódico Infórmate, de Pereira, y yo le dije que las canciones eran mías, que no pertene­cían a mi marido, que Carlos se había apoderado de ellas, y que Carlos era hasta muy bruto, que simplemente era un ecuatoriano que no había estudiado, pero sí se había apoderado de mis can­ciones; y entonces ese día vino y me pegó. Él sabía escribir, pero nunca compuso nada, pues para componer se necesitan compa­ses, sílabas y de todo, y él no sabía nada; yo supe que era ecua­toriano mi marido sólo por el dialecto que tenía y porque la mamá se llamaba Carmen Moriano y el papá Adriano Andrade, y no más. A mi marido le llegaban regalías de todas partes; las mismas que se gastaba, y cuando se le acababa la plata entonces sí lo veíamos por la casa; y mientras él gastaba, yo pasaba, échele y échele a la máquina de coser para mantener los hijos, que fueron siete; en SAYCO se ríen mucho porque me dicen:

— ¡Ah!, pero usted lo quiso mucho, porque le tuvo siete hijos.

Y yo les digo:
—No, es que fue sin querer, queriendo.

Alonso Arcila —el de los Habitantes de la Noche en la ra­dio—, cada rato me dice:

—Doña María, y si ese no le sirvió, ¿usted por qué no lo dejó y se consiguió otro?

Y yo le respondo:

— ¡Ah!, si ese no me sirvió, qué me iba a servir otro.

Carlos falleció en 1985, pero él vivió con más mujeres; claro que yo le gusté fue porque yo trabajaba mucho y él nunca llegó a decir:

—María, ve este mercao que te traigo.

Y cuando llegaban las regalías, se perdía tres, cuatro o cinco días. Decían que era un tipo muy bien vestido, ¡claro!, si siempre se vistió con mi plata; fíjese que a los ocho días de casada me encerró y se fue en pleno 24 de diciembre, y todo porque al fren­te había un baile y me estaban llamando; entonces cogió, le echó llave a la puerta, se fue y volvió al otro día.

Yo para qué voy a meter mentiras como meten tantos com­positores; yo estoy aquí y cuando me inspiro, yo cojo el lápiz y escribo; porque si no lo hago, la inspiración se me va.... como esto que dice:

Qué has hecho del cariño que era mío
 a quién le diste tus besos
 y mi amor para dejar mi corazón helado y frío
por faltarle de tus besos el calor....

Esa es de las canciones nuevas, de esas que yo saco a cada rato; yo tengo un cuaderno llenito de composiciones nuevas.

Canciones de baile o parranderas yo hice muchas, como YA NACIÓ EL NIÑO o LLEGÓ LA NOCHE BUENA, que dice así:

Ya llegó la noche buena que nos hace trasnochar,
valiente noche tan buena la que vamos a pasar....

Una que se llama VIVA DICIEMBRE, y que dice:

Gozan los pobres, gozan los ricos,
y nos trae el niño la virgen María....

A mí me gustaba mucho la música de Guillermo Buitrago, porque ese sí es un compositor muy bueno; claro que también me gustaban mucho esos muchachos.... de Frontino.... los Bedoyas; ¿cierto que ese Jaime R. Echavarría compra canciones?; es como Darío Gómez; Darío Gómez tampoco es compositor, yo me acuer­do cuando vino, que era un montañero de calzones marraneros, era un montañero de botas y una camisa por fuera y una vez me lo encontré en el Parque Berrío dizque de sombrerón grande, y ahora resultó que le dieron esa canción pa' que la cantara —NADIE ES ETERNO—, y se hizo grande, pero tuvo que pagar veinte millones cuando lo atacó el dueño; pero de todas maneras con esa canción se llenó de plata.

Pedro Nel Isaza es un compositor que tiene muchas obras, pero yo creo que le ponen más.

Arturo Ruiz del Castillo, tampoco era compositor; ese iba usté con una canción y le decía:

—Yo la voy a llevar a ver si la graban.

Y a los días:

— ¡No!, no pasó.

Vea, allí cerquita vivía un muchacho Riaza que componía muy bien, y con esas obras fue que se hizo grande Ruiz del Castillo; es que yo los conozco a todos.

A mi marido sí le saqué canciones, pa' qué voy a decir; le saqué ésta que dice,

En nuestra separación jaméis encuentro alegría....

En esos días se había ido a vivir con una mujer de Casa Blanca; ¡pero mentiras!, yo tampoco sentía eso. Después saqué otra que decía:

Ya me olvidaste, qué triste desengaño
 qué desenlace hiciste con mi amor
nunca pensé que al cabo de los años
pudieras entregarme al cruel dolor....

Nosotros mandábamos las canciones para la Argentina, le­tra y partituras; recuerdo que las partituras las hacía Don Carlos Vieco; y cómo le parece que una vez borracho mi marido, vendió por ocho mil pesos, las regalías que vendrían por espacio de cin­co años; claro que ocho mil pesos era platica, pues fíjese que con dos mil pesos hice yo un pedazo de esta casa; pero cómo le pa­rece que esos cinco años se transformaron en catorce años.

Las casas disqueras a mí me han pagado supremamente mal; lince diez años a uno le daban trescientos mil pesos cada tres o cuatro meses; y cómo le parece que la señorita Silvia Arango -de Codiscos—, dice que mis canciones no tienen venta, como si uno no supiera que LOS CUYOS y EL CONJUNTO AMÉRICA seguirán vendiendo toda la vida. Fíjese que hace dos meses me cortaron los servicios, pues con la plata de las regalías yo pagaba los servicios, y ahora la señorita Silvia va pa' nueve me­ses sin liquidar un solo centavo; y la disculpa es que la música 'pirata' los está matando.

Después de que murió Carlos, sólo me han grabado unas diez cancioncitas, pero yo tengo muchas letras sin grabar; claro que aquí llegaban músicos, que se llevaban unas diez canciones, grababan una o dos, y las otras se perdían.

Carlos todo lo que conseguía era pa' mujeres y vicio de licor, por eso murió de mucha complicación: cirrosis alcohólica, infección renal, mejor dicho, tenía de todo.

SAYCO tampoco sirve; fíjese que en diciembre sólo me die­ron 140.000 pesos, pues como yo no pongo problema, en cam­bio Carlos sí iba y los insultaba.

Yo no recuerdo cuántas canciones he compuesto, pero son muchísimas; y me las han cantado, LOS TROVADORES DE CUYO, MARFIL Y SUS MONTAÑEROS, LOS ROMAN­CEROS DEL CAUCA, EL CONJUNTO AMÉRICA, PEDRO SÁNCHEZ, EDMUNDO RIVERO y muchos otros.

Composiciones mías son por ejemplo: ANGUSTIA, AN­HELO MORIR, BEBIENDO Y RECORDANDO, BORRA­CHO POR AMOR, BUSCANDO OLVIDO, CALABOZO DE MIS PENAS, CENIZAS DE MI MADRE, CORAZÓN SEN AMOR, DÉJAME VTVIR EN PAZ, DE RODILLAS, DESEN­GAÑO, DESPECHO, EN MI SOLEDAD, LOS HUERFANITOS, INFIEL MUJER, MI DOLOR, LLAMADA CE­LESTE, MI RUEGO, NO ME PREGUNTEN POR ÉL, PA­LOMITA, RECORDANDO EL PASADO, RESIGNACIÓN, SEGUIRÉ BEBIENDO, SOY AQUEL, SOY PEREGRINO DEL AMOR, SUFRO POR TI, TE HE VENCIDO, TODO SE HA IDO, TRISTEZA, YA NACIÓ EL NIÑO, YA NO LLO­RES CORAZÓN y muchas más.

La EMI recoge todas las liquidaciones, y ella paga; aquí en Medellín liquida Silvia Arango; y esta semana me dijo:

—Vea señora, no se esperance en plata de regalías, porque su música no se vende.
En cierta ocasión, un hijo de Carlos—de otra mujer—vino hasta mi casa y me dijo:

—Doña María, tengo un abogado que me va a sacar las canciones de papá.

Y tuve que contestarle:

—Mijo; papá, no tenía canciones.

— ¿Por qué?

—Porque su papá no era compositor; o dígame, ¿cuántas canciones compuso en su casa?

Yo he sacado muchas canciones, pero el día que yo me mue­ra, seguramente le meten mego a todo esto; la garganta ya no me da para cantar, pero puedo palabrearle ésta que dice:

Tú me juraste amarme con locura
me diste el juramento ante el Señor
para llenar mi vida de amargura
y darle a otro tu malvado amor... ".

Doña María Álvarez Lara viuda de Andrade, mujer nacida en 1907, pero sumamente lúcida. Ésta es la otra cara de la historia.

2 comentarios:

  1. Aquí corroboro lo que mi padre, que era músico, me comentaba por allá en los 80's acerca de esto. El me decía que la autoria y composición de las canciones eran de Doña María Alvarez y que el Señor Andrade las hacia como propias y cobraba las regalías. Un verdadero vividor e irresponsable; acotaba mi Padre. Gracias a Fabio Nelson Ortiz por hacer publica la denuncia de parte de Doña María.

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  2. Impresionante.
    Muchas gracias por difundir esta información.

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